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Cuando mentir ya no es lo importante
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Cuando mentir ya no es lo importante

Por José Enrique González
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jenriqueiymagazinees/8/8/19
jueves 12 de abril de 2018, 18:02h

Hoy la realidad ha superado cualquier ficción en el llamado “Caso Máster”. Tras el enrocamiento de Cristina Cifuentes en su inocencia y en la consabida teoría conspiratoria contra su persona, nos vemos envueltos ahora en una verdadera cacería de brujas contra cualquier cargo público o funcionario que tenga alguna duda en el currículum… ¡de los últimos 25 años!

Responsables políticos del Partido Popular han levantado la veda contra todo y contra todos. Cualquier acción está justificada para defender lo indefendible.

Comparar la presunta comisión de un delito en el caso del Máster de Cristina Cifuentes , la falsedad en documento público, con errores u omisiones en la publicación de una biografía profesional, ya sea en el Congreso o en la Asamblea de Madrid, no hace sino hundir más aún , si es que fuese posible, la reputación de un Partido Popular que no ha sabido enganchar con la regeneración política que la sociedad actual está demandando para sobrevivir.

Todos tenemos derecho a equivocarnos, cualquier persona si se equivoca puede (y debe) rectificar y pedir perdón. Pero los políticos, los cargos públicos y electos, aunque tengan el mismo derecho a equivocarse, no pueden pedir sólo perdón. Su perdón tiene que ir acompañado de la DIMISIÓN, por lógica, por decencia o por honor.

Tirar la Universidad a la basura

Estamos jugando con lo más importante de nuestra sociedad: la educación. Si nos empecinamos en sembrar la duda sobre el esfuerzo y la capacidad de los estudiantes universitarios, que son nuestro futuro. Si nos mantenemos en la política del “y tú más”, y no somos capaces de generar la confianza en nuestra Universidad, la Universidad Pública, la de todos, ¿hacía dónde vamos?

¿Queremos de verdad tirarnos a la cara la educación española a costa del futuro de nuestros universitarios?

No importan las víctimas "colaterales". Todo vale con tal de mantenernos en nuestra posición de casta. Casta dominante, que mas que casta es “costra”. Casta de políticos, de empresarios, de funcionarios en general, y de docentes en particular, de colegios profesionales…

Al final será verdad que España es un país de casta, pero no de una sólo, sino de muchas. De la que está ahora, de la que viene exigiendo que la vieja se vaya para sustituirla, y también de la que está agazapada esperando su oportunidad…

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