El origen de ‘La biblioteca errante Juan Negrín y los libros’ se remonta a 2015, cuando Juan Manuel Bonet y Salvador Albiñana presentaron en el Instituto Cervantes de París y en la Fundación Juan Negrín una exposición con idéntico título. Ahora Salvador Albiñana propone una versión revisada y ampliada de la muestra en la que se ha documentado mejor la imprenta republicana durante la guerra, la dimensión académica de Negrín, y el importante catálogo de la editorial España (1929-1935), fundada por Juan Negrín, Luis Araquistáin y Julio Álvarez del Vayo.
Según el comisario de la exposición, Salvador Albiñana, la importancia científica y política de Juan Negrín López, creador de una prestigiosa escuela española de fisiólogos y presidente del Gobierno de la República desde mayo de 1937, ha dejado en una zona de sombra su interés por los libros y la lectura. Una pasión iniciada en sus años de estudiante de medicina y profesor en Leipzig, que le acabó convirtiendo en un bibliófilo. Era frecuente encontrarlo en los cafés leyendo libros y revistas en el escaso tiempo libre que le permitían sus obligaciones, recordó el pintor e ilustrador Luis Quintanilla, uno de sus amigos más cercanos.
En 1908, tras dos años de estudios en Kiel, Negrín se trasladó a Leipzig, donde completó su formación como médico. A mediados de 1914, el inicio de la Gran Guerra aconsejaba el regreso a España. Fue entonces cuando comenzó a adquirir una amplia biblioteca médica que quedó acomodada entre su domicilio madrileño, la Facultad de Medicina y la Residencia de Estudiantes, en el recién creado Laboratorio de Fisiología de la Junta para Ampliación de Estudios cuya dirección le había ofrecido Santiago Ramón y Cajal en 1916. A juicio de su discípulo Severo Ochoa, era la biblioteca más completa que había en España para los estudios de biología.
Las ciencias, las letras, las artes y la política se confunden en su biblioteca porque se confundieron en su vida. Karl Jaspers o Blas Cabrera, gran divulgador de la relatividad einsteniana, convivían con Valle Inclán, George Grosz o Pedro Salinas, cuyo primer libro,‘Presagios’, le dedicó el poeta en 1924. Ese año su nombre aparecía junto a los de Azorín, Enrique Díez-Canedo, José Moreno Villa, Ramón Gómez de la Serna, Max Aub, José Bergamín o Luis Buñuel en la lista de suscriptores.
La exposición también recoge libros por su inclinación por la nueva arquitectura: ‘Internationale Architektur’ (1925), de Walter Gropius; ‘Paris de nuit’ (1933), de Paul Morand y Brassaï, entre otros.
También de esta época, se recogen ejemplares de la editorial que él inauguró, junto con sus amigos, Luis Araquistáin y Julio Álvarez del Vayo. El sello ‘España’, fue un ejemplo del afán modernizador de la Generación del 14 –la primera universitaria y europeísta. La editorial se inauguró con la novela pacifista de Erich M. Remarque ‘Sin novedad en el frente’ (1929). Fue un gran éxito que pronto alcanzó nueve ediciones. Del variado catálogo –activo hasta 1935– pueden mencionarse ‘Mis peripecias en España’ (1929), de Leon Trotski; ‘Vieja y nueva moral sexual’ (1930), de Bertrand Russell, con Manuel Azaña como traductor, o‘¡Écue-Yamba-Ó!’ (1933), la primera obra de Alejo Carpentier.
Hasta 1936, la biblioteca de Negrín, aunque dispersa por diferentes laboratorios y domicilios madrileños, fue sedentaria. La situación se alteró a fines de año, cuando el Gobierno, en el que Negrín desempeñaba la cartera de Hacienda, decidió establecerse en Valencia. Fue entonces cuando sus libros iniciaron un incierto éxodo. De Madrid fueron transportados a Náquera, a la urbanización La Carrasca, donde se alojaron algunos ministros. A fines de 1937, acompañando un nuevo traslado del Gobierno, viajaron a Barcelona y quedaron instalados en su residencia de Pedralbes hasta enero de 1939.
La biblioteca de Negrín ofrece un amplio registro de las prensas republicanas. Entra otras destacan las ediciones del Ministerio de Instrucción Pública y Sanidad y los austeros impresos de la Dirección General de Bellas Artes, a cuyo frente estaba Josep Renau; a esa serie pertenece la ‘Memoria de la Oficina de Adquisición de Libros’ (1937), redactada por María Moliner, entonces directora de la Biblioteca de la Universidad de Valencia.
También ‘Hommage à Federico García Lorca, poète fusillé à Grenade’, presentado en la Exposición Internacional de París de 1937; una versión francesa del discurso pronunciado por Manuel Azaña en la Universidad de Valencia el 18 de julio de 1937; folletos como ‘Les 13 points pour lesquels combat l’Espagne’ (1938), programa del gobierno Negrín, cuyo traductor fue André Malraux y ‘España en el corazón, de Pablo Neruda’, que se acabó de imprimir en noviembre de 1938 en las viejas prensas del monasterio de Montserrat, al cuidado de Manuel Altolaguirre. Muy valioso ejemplar –el número nueve de una tirada de quinientos– de un libro registrado en escasas bibliotecas.
Cercana la derrota, los libros y el archivo de Negrín viajaron de Barcelona a Toulouse y París, aunque los documentos que guardaban más relación con la guerra acabaron en Marsella custodiados por la embajada de México. Negrín salió de España el 6 de marzo de 1939 y se instaló en París. Apenas estuvo un año. El avance alemán le obligó a abandonar Francia y en junio de 1940 se embarcó con destino a Inglaterra. Antes de hacerlo, depositó su biblioteca en Andrésy, localidad cercana a París, al amparo de un notario de simpatías republicanas.