Los parques eólicos son fundamentales para que el Reino Unido alcance su objetivo de emisiones netas cero. La eficiencia y el crecimiento de esta tecnología renovable son clave en la estrategia energética del país.
La importancia de los parques eólicos en la estrategia de cero emisiones
El Profesor Christopher Vogel, del Departamento de Ciencia de la Ingeniería, aborda la ciencia y economía detrás de los aerogeneradores, subrayando su papel crucial en la estrategia energética del Reino Unido para alcanzar el objetivo de cero emisiones netas.
Los aerogeneradores son una tecnología que genera opiniones encontradas entre el público. Para algunos, representan un símbolo elegante de la transición ecológica; para otros, son considerados monstruos que arruinan el paisaje. Sin embargo, es indiscutible que, si el Reino Unido desea cumplir con su meta de cero emisiones para 2050, el poder eólico debe desempeñar un papel predominante. Recientemente, los responsables políticos han mostrado su compromiso al aprobar uno de los mayores parques eólicos del mundo en Escocia. A pesar de esto, la desinformación frecuente y las protestas locales evidencian que muchos aún no están convencidos de sus beneficios.
Los aerogeneradores convierten la energía cinética del aire en energía mecánica, que luego se transforma en electricidad mediante un generador. Estas estructuras son imponentes: los modelos más recientes en alta mar tienen diámetros de rotor que superan los 200 metros y torres más altas que muchos rascacielos. Un solo aerogenerador puede generar suficiente electricidad para abastecer entre 15,000 y 20,000 hogares.
El viento marino es especialmente adecuado para las condiciones del Reino Unido, donde el Mar del Norte ofrece vientos abundantes y aguas relativamente poco profundas.
Sin embargo, existe un límite físico sobre cuánta energía puede extraer un aerogenerador del viento (conocido como el Límite de Betz), que alcanza alrededor del 59.3%. Afortunadamente, los aerogeneradores modernos operan bastante cerca de este máximo teórico. La efectividad también depende del «factor de capacidad», es decir, el tiempo durante el cual un aerogenerador produce electricidad a plena capacidad. Aunque sabemos que el viento no sopla continuamente, las áreas del Mar del Norte generalmente presentan velocidades de viento fuertes y constantes, lo que resulta en un factor de capacidad promedio superior al 40% para los aerogeneradores marinos británicos.
A partir de 2010, aproximadamente el 75% de la electricidad británica provenía de combustibles fósiles. En 2024, el carbón había casi desaparecido por completo del mix energético; el viento se convirtió en la fuente principal, aportando alrededor del 30% a la red nacional.
El nuevo parque eólico Berwick Bank en la costa este de Escocia refleja el compromiso del Gobierno británico por aumentar su capacidad eólica. Una vez operativo, este parque podría generar hasta 4.1GW, suficiente para abastecer a más de seis millones de hogares. Sin embargo, será necesario construir muchos más parques como Berwick Bank para cumplir con las metas establecidas; el Gobierno británico aspira a generar entre 43 y 50 GW a partir del viento marino para 2030.
La realidad contundente es que necesitaremos muchos más parques eólicos como Berwick Bank si queremos cumplir nuestras metas.
A medida que se instalen más turbinas a alta densidad, pasaremos de “parques eólicos” a “plantas eólicas”. Esto plantea interrogantes sobre cómo interactuarán estas turbinas entre sí y cómo afectarán al viento y a la atmósfera. Parte del trabajo investigativo en Oxford se centra en entender estas dinámicas para predecir con mayor precisión cuánta energía podrán producir.
Ninguna tecnología energética está exenta de desafíos; la energía eólica no es una excepción. Abordar la variabilidad requerirá una revisión completa de la Red Nacional y una inversión considerable en capacidades de almacenamiento energético para asegurar suministro cuando no haya viento. Otro aspecto crítico es el mantenimiento y desmantelamiento de las turbinas eólicas; estas máquinas complejas deben lidiar con entornos marinos hostiles.
Afrontar esta variabilidad exigirá una transformación total en nuestra infraestructura eléctrica.
A pesar de estos retos, se estima que alrededor del 85–90% de la masa total de una turbina puede ser reciclada al final de su vida útil. El principal desafío radica en las palas fabricadas con fibra de vidrio o resina compuesta; sin embargo, ya se están explorando alternativas innovadoras para su reciclaje.
La energía eólica ya aporta significativos beneficios económicos y ambientales al Reino Unido. Para mantener este impulso positivo es esencial establecer un marco político estable que brinde confianza a los desarrolladores para planificar proyectos a gran escala.
Construir una economía circular en torno a la energía eólica representa una oportunidad brillante para fomentar crecimiento y crear empleos especializados en energías verdes.
El esquema británico Contracts for Difference (CfD) ha sido clave para reducir costos tanto en proyectos onshore como offshore. Sin embargo, se requieren esfuerzos adicionales: acelerar las actualizaciones necesarias en las infraestructuras eléctricas y clarificar regulaciones son pasos cruciales hacia adelante.
Aprovechar todo el potencial energético del viento implica un desafío multidisciplinario abarcando ingeniería, física atmosférica y economía. Con proyectos como Berwick Bank avanzando positivamente, es vital mantener este ímpetu para alcanzar las metas climáticas fijadas por el país.