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Debate sobre la inteligencia artificial y los derechos de autor en el arte

Debate artístico

Redacción | Martes 13 de mayo de 2025

La popularización de generadores de imágenes como ChatGPT ha desatado un intenso debate sobre derechos de autor y ética en el arte. Estas herramientas, que recrean estilos artísticos reconocibles, plantean cuestiones sobre la apropiación indebida y la competencia desleal. Expertos advierten sobre el riesgo de banalización cultural y pérdida de identidad artística, mientras se discuten regulaciones emergentes en la UE y EE. UU. que podrían definir el futuro del sector.



La creciente popularidad del generador de imágenes de ChatGPT, que tiene la capacidad de recrear estilos artísticos reconocibles, como el emblemático estilo de Studio Ghibli, ha desencadenado un intenso debate en los ámbitos jurídico y ético. Más allá del fenómeno viral, las repercusiones de esta tecnología abordan cuestiones fundamentales sobre derechos de autor, competencia desleal, banalización del arte y extractivismo cultural.

Diversas plataformas de inteligencia artificial están utilizando obras protegidas para entrenar sus modelos sin ofrecer compensación a los creadores. Este escenario plantea interrogantes sobre si estamos ante un caso de apropiación indebida o una nueva forma de generar riqueza compartida. Las regulaciones emergentes en la Unión Europea y Estados Unidos podrían definir el futuro de este sector. Expertos de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) analizan las infracciones legales derivadas del uso masivo de estilos visuales reconocibles, mientras que desde el ámbito artístico se advierte sobre la banalización cultural y la pérdida de identidad artística debido a la estandarización estética impulsada por la IA.

El desafío legal: proteger un estilo artístico

A pesar de que el estilo visual no está protegido directamente por los derechos de autor, tanto en España como en la Unión Europea, cuando un conjunto de rasgos estéticos es lo suficientemente identificable como para actuar como una «firma visual», puede gozar de protecciones indirectas. «Aunque no esté registrado como marca, la ley protege esa identidad para evitar que otras empresas se aprovechen de su fama y confundan al público», explica Begoña González Otero, profesora colaboradora en los Estudios de Derecho y Ciencia Política en la UOC.

Desde una perspectiva jurídica, el uso masivo del estilo característico de Studio Ghibli por parte de plataformas de IA abre la posibilidad a reclamaciones por competencia desleal y apropiación de identidad artística. «Copiar masivamente un estilo tan asociado a su creador o estudio puede ser ilegal, aun cuando no se replique una obra específica», puntualiza González Otero. Según el artículo 6 de la Ley de Competencia Desleal (LCD), inducir confusión o explotar la reputación ajena constituye una práctica ilícita.

Nuevas normativas y sus implicaciones

A medida que se avanza en este terreno, también surge el riesgo de dilución de marca no registrada, siempre que se demuestre que el estilo es distintivo y conocido. La situación varía dependiendo del generador de las imágenes; si son plataformas o empresas que utilizan estilos reconocibles para competir en el mercado, existe un claro riesgo de aprovechamiento indebido. Sin embargo, si son usuarios particulares creando imágenes para uso privado, «cualquier acción directa contra ellos sería desproporcionada», según establece la Directiva 2004/48/CE.

Además, con la aprobación del nuevo marco normativo conocido como Digital Services Act (DSA), surgen nuevas obligaciones para ciertas plataformas de inteligencia artificial. Estas normas son aplicables cuando actúan como intermediarias permitiendo a los usuarios generar y compartir contenidos online. En tales casos, el DSA exige a las plataformas actuar con diligencia ante contenidos ilegales, ser más transparentes y proteger mejor los derechos de los usuarios.

A pesar del marco normativo existente, su aplicación práctica sigue siendo limitada. González Otero advierte que «aunque las bases legales están presentes, el enforcement en Europa es débil y favorece comportamientos oportunistas». Casos como el enfrentamiento entre GEMA contra OpenAI ponen en evidencia las dificultades para defender los derechos de autor frente a los modelos basados en inteligencia artificial.

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