Un inhalador combinado reduce casi a la mitad los ataques de asma en niños de 5 a 15 años, según un estudio que podría transformar su tratamiento y mejorar la salud infantil globalmente.
Un nuevo estudio revela que un inhalador combinado reduce casi a la mitad los ataques de asma en niños. Los hallazgos de un ensayo clínico comparativo sobre la efectividad real de los inhaladores para el asma podrían transformar el tratamiento de esta enfermedad en niños. Este es el primer ensayo controlado aleatorio que investiga el uso de un inhalador 2 en 1 como única terapia para aliviar síntomas en niños de entre 5 y 15 años. Un equipo internacional ha encontrado que este tratamiento combinado es más eficaz que el salbutamol, el estándar actual para el alivio de síntomas asmáticos, sin presentar preocupaciones adicionales sobre su seguridad.
Los resultados indican que el uso de un único inhalador antiinflamatorio 2 en 1 –que combina el corticosteroide inhalado (ICS) budesonida y el broncodilatador de acción rápida formoterol– ha reducido los ataques asmáticos en niños en un promedio del 45%, en comparación con el inhalador de salbutamol, ampliamente utilizado.
Los ataques asmáticos pueden ser potencialmente mortales para los niños, por lo que disminuir su frecuencia y gravedad se convierte en una prioridad para la salud pública. El inhalador combinado budesonida-formoterol se recomienda ampliamente como tratamiento preferido para adultos, pero los niños suelen recibir prescripciones de salbutamol.
Los investigadores afirman que estos hallazgos, publicados recientemente en The Lancet, proporcionan la evidencia necesaria para alinear las guías globales sobre asma infantil con las de adultos, lo cual podría beneficiar a millones de niños con asma leve a moderada alrededor del mundo.
El estudio CARE (Children’s Anti-inflammatory REliever) fue diseñado y liderado por el Instituto de Investigación Médica de Nueva Zelanda (MRINZ), en colaboración con Imperial College London, Universidad de Otago Wellington, Hospital Infantil Starship y Universidad de Auckland. Se reclutaron 360 niños en Nueva Zelanda, quienes fueron asignados aleatoriamente a recibir ya sea budesonida-formoterol o salbutamol para el alivio sintomático bajo demanda.
El ensayo tuvo una duración de un año y mostró que el inhalador budesonida-formoterol resultó en una tasa menor de ataques asmáticos comparado con el salbutamol, registrando tasas de 0.23 frente a 0.41 por participante al año. Esto implica que por cada 100 niños con asma leve que cambian del salbutamol al inhalador combinado budesonida-formoterol, habría 18 ataques asmáticos menos al año. Además, el estudio confirmó la seguridad del enfoque del inhalador combinado, sin diferencias significativas en crecimiento infantil, función pulmonar o control del asma entre ambos grupos.
El Dr. Lee Hatter, autor principal del estudio y investigador clínico senior en MRINZ, destacó: “Este es un paso clave para abordar la brecha existente entre la gestión del asma en adultos y niños. Por primera vez hemos demostrado que el inhalador budesonida-formoterol puede reducir significativamente los ataques asmáticos en niños con asma leve”.
El profesor Richard Beasley, director del MRINZ y coautor senior del estudio, subrayó: “Implementar estos hallazgos podría ser transformador para la gestión del asma a nivel global”. La evidencia que muestra que budesonida-formoterol es más efectivo que salbutamol tiene el potencial de redefinir los estándares internacionales sobre cómo tratar esta enfermedad.
A nivel mundial, se estima que hay aproximadamente 113 millones de niños y adolescentes afectados por asma. Este nuevo estudio complementa investigaciones previas realizadas por investigadores del MRINZ que han influido en las directrices internacionales sobre tratamientos para esta enfermedad.
A pesar de las limitaciones reconocidas durante el ensayo clínico -como haber sido realizado durante la pandemia COVID-19- los autores aseguran que los resultados son aplicables a la práctica clínica debido a su diseño pragmático y realista.
La implementación efectiva de estas recomendaciones podría reducir disparidades en la atención médica y asegurar que más niños accedan a tratamientos basados en evidencia.