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¿Está en peligro la supremacía del dólar estadounidense?

Economía Global

Redacción | Miércoles 05 de noviembre de 2025

El dólar enfrenta un riesgo creciente de perder su dominio como moneda de reserva global, lo que podría desencadenar una crisis financiera severa y desestabilizar el orden económico mundial.



Dennis Snower, investigador internacional en la Saïd Business School de la Universidad de Oxford y académico del Instituto para un Nuevo Pensamiento Económico, ha planteado una cuestión crucial: ¿está en riesgo la dominancia del dólar estadounidense como moneda de reserva mundial? Si es así, las repercusiones podrían ser devastadoras.

El mundo se encuentra al borde de una tormenta financiera, y las señales son alarmantes. Lo que comenzó como advertencias sobre el posible fin del “privilegio exorbitante” de Estados Unidos ha escalado hasta convertirse en un tema candente en los titulares.

La supremacía del dólar, que durante mucho tiempo se consideró indiscutible, enfrenta ahora desafíos reales. Inversores globales, bancos centrales e incluso aliados de Estados Unidos están comenzando a protegerse ante un futuro post-dólar.

La erosión de la confianza en el dólar

En Washington, la administración del presidente Trump ha traído consigo una política fiscal imprudente y una política monetaria politizada. Como resultado, la confianza en el dólar como moneda de reserva está disminuyendo rápidamente. Las consecuencias podrían hacer que la crisis financiera de 2008 parezca leve en comparación.

Unas reservas monetarias sólidas deben apoyarse en seis pilares: estabilidad macroeconómica, mercados financieros líquidos, independencia del banco central, movilidad de capitales, estado de derecho y confianza geopolítica. La actual administración estadounidense ha debilitado cada uno de estos fundamentos.

Durante décadas, el “privilegio exorbitante” de América le permitió endeudarse a bajo costo y financiar déficits sin temor a consecuencias inmediatas. Gobiernos extranjeros mantenían bonos del Tesoro estadounidense confiando en su seguridad; esta confianza sostenía todo el orden financiero global.

Factores que debilitan la hegemonía del dólar

  • Deuda y déficits: han alcanzado niveles récord debido a recortes fiscales sin control del gasto.
  • Confianza en los mercados financieros: se ha visto afectada por amenazas recurrentes de incumplimiento durante enfrentamientos relacionados con el techo de deuda.
  • Independencia de la Reserva Federal: ha sido socavada por presiones políticas abiertas y pruebas de lealtad para los banqueros centrales.
  • Acceso al dólar: se ha convertido en un arma política utilizada para sancionar rivales e incluso castigar aliados.
  • Estado de derecho: ya no se percibe como imparcial cuando órdenes ejecutivas congelan activos extranjeros o imponen aranceles arbitrariamente.
  • Confianza geopolítica: ha colapsado bajo la política de “América Primero”, que se aleja de instituciones internacionales.

A esto se suma una política exterior impredecible y una gestión fiscal errática, lo que lleva al mundo a cuestionar: si ya no se puede confiar en el dólar, ¿qué vendrá después?

Cualquier cambio hacia una nueva alineación monetaria no será suave; podría desencadenarse como un tsunami financiero. Los inversores venderían bonos del Tesoro estadounidense, los rendimientos aumentarían y el valor del dólar caería drásticamente.

Pánico y sus consecuencias económicas

En el ámbito financiero global, la confianza lo es todo. Una vez que suficientes inversores crean que la dominancia del dólar está amenazada, sus acciones —como vender activos denominados en dólares— pueden hacer que esa creencia se convierta en realidad.

No hay ningún activo preparado para absorber los billones actualmente invertidos en activos denominados en dólares. La zona euro carece de un sistema fiscal unificado; los mercados financieros chinos siguen siendo opacos y controlados; los refugios seguros como Alemania o Suiza son demasiado pequeños para manejar tal volumen. El resultado sería una búsqueda global desesperada por seguridad sin lugar adonde ir.

Las criptomonedas también alimentan la “economía gris”, facilitando la evasión de sanciones y el comercio ilícito, erosionando aún más el papel central del dólar en el sistema financiero informal.

Nuevas dimensiones con las criptomonedas

Las monedas digitales añaden una nueva dimensión volátil al escenario económico. Los stablecoins —criptomonedas vinculadas al dólar— poseen cientos de miles de millones en bonos del Tesoro a corto plazo. Si la confianza flaquea y las redenciones aumentan, estos emisores podrían deshacerse masivamente de los bonos, provocando una crisis de liquidez justo en el corazón del sistema financiero global.

A medida que avanzan las monedas digitales emitidas por bancos centrales (CBDCs), como el e-CNY chino o el euro digital europeo, estas buscan evitar redes basadas en dólares como SWIFT. Estas nuevas infraestructuras podrían fragmentar aún más la supervisión financiera global.

Si colapsa la dominancia del dólar, no habrá una transición ordenada hacia un nuevo orden; simplemente habrá fragmentación.

Un futuro fragmentado ante nosotros

Si efectivamente cae el dominio del dólar, las corrientes financieras seguirán lealtades geopolíticas más que eficiencias del mercado. Esto resultará en costos más altos para países en desarrollo y mayor inestabilidad cambiaria.

Las instituciones internacionales dependen de una coordinación global para gestionar crisis; su fragmentación las incapacitaría completamente. Sin reglas compartidas ni activos confiables, cada choque —ya sea desastres climáticos o pandemias— tendría efectos más severos y duraderos. Las recesiones globales serían más frecuentes y prolongadas.

The dollar’s fall is not just an American problem – it’s a global one. The privilege may be America’s, but the stability it provides belongs to everyone.

Más allá del “privilegio exorbitante”

A menudo se describe este momento como un posible final para el “privilegio exorbitante” estadounidense; sin embargo, este enfoque pierde perspectiva. La caída del dólar no es solo un problema americano —es un desafío global— donde todos sufrirán las consecuencias si se desmorona este pilar fundamental.

Pues bien, reconstruir un orden financiero estable tras tal colapso podría llevar décadas. La verdadera pregunta no es si América podrá mantener su privilegio sino si el mundo podrá evitar un sistema financiero basado en desconfianza y división.

La solución radica no en un retroceso nacionalista sino en una renovada cooperación global sobre responsabilidad fiscal y gobernanza monetaria compartida.
El futuro financiero mundial está pendiendo de un hilo; lo que suceda dependerá menos de los mercados que de nuestra voluntad política: elegir entre fragmentación o integración basada en la confianza mutua.

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