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Diferenciar entre timidez e introversión en el aula

Redacción | Martes 12 de noviembre de 2024

La timidez y la introversión son rasgos de personalidad que a menudo se confunden, especialmente en el ámbito educativo. Mientras que los tímidos sienten malestar al interactuar socialmente, los introvertidos se sienten cómodos en su forma de ser. Identificar correctamente estas diferencias es crucial para ayudar a los niños a socializar sin presiones indebidas. La aceptación de sus personalidades puede fomentar un entorno escolar inclusivo y respetuoso, donde cada niño pueda desarrollarse plenamente.



El alumno silencioso: diferencias entre timidez e introversión

La timidez es un rasgo de la personalidad que a menudo no se comprende en una sociedad que valora la extroversión y el liderazgo. En el ámbito educativo, niños y niñas que parecen tímidos son frecuentemente etiquetados como «pasotas» y pueden enfrentar aislamiento debido a su dificultad para relacionarse con sus compañeros. Sin embargo, expertos en el tema destacan las claras diferencias entre timidez e introversión, dos conceptos que, aunque pueden compartir ciertas características, son fundamentalmente distintos.

Según Sylvie Pérez, profesora colaboradora de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación en la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), existe una diferencia clave entre ser tímido y ser introvertido: el malestar que experimenta la persona. Aunque ambos tipos de comportamiento pueden manifestarse como evitar hablar en público o preferir estar solos, la timidez está asociada a un sentimiento de incomodidad.

Distinguiendo timidez e introversión

Generalmente, se asocia a un niño o niña callado con la etiqueta de «tímido», buscando ayudarlo a «superarlo». Sin embargo, los especialistas enfatizan las diferencias entre estos términos. La persona introvertida se siente cómoda con su naturaleza; necesita menos estimulación para experimentar tranquilidad y placer. Esto significa que no necesariamente busca estar sola, sino que puede disfrutar de su soledad sin sentir malestar por ello.

Por otro lado, el individuo tímido anhela cambiar su forma de ser pero se siente incapaz de hacerlo. Este tipo de personas suelen experimentar vergüenza al exponerse ante los demás. Como explica Pérez, “la timidez está asociada a un malestar, lo cual lleva a hablar sobre «superar la timidez»”. Un estudio publicado en la revista Child Development indica que aproximadamente el 10% de los niños experimentan estrés al hablar en público, lo que podría evidenciar timidez más que introversión.

Cultura y comportamiento social

Aproximadamente la mitad de la población tiende hacia la introversión, aunque no hay datos concluyentes sobre cuántos son tímidos o introvertidos. Las diferencias culturales también influyen en cómo se perciben estos comportamientos. En países del norte de Europa, donde las interacciones sociales son más calmadas y suelen realizarse en espacios cerrados, se valora más la introversión. En contraste, en sociedades mediterráneas como la nuestra, hay una tendencia hacia comportamientos más extrovertidos.

Incluso un niño tímido puede adaptarse a su entorno social según sus intereses. Como señala Jordi Perales, profesor colaborador en UOC: “No necesariamente la timidez va a condicionar negativamente las relaciones con otros. Puede interactuar con otros niños según sus afinidades.” Esta flexibilidad es crucial para entender cómo cada niño maneja su propia personalidad.

Estrategias para el entorno escolar

Identificar correctamente la timidez infantil es esencial para proporcionar el apoyo adecuado. La experta aconseja discernir si un niño es realmente tímido o simplemente introvertido. La presión social favorece a quienes son extrovertidos, lo cual puede perjudicar a aquellos que no encajan en este molde. “A menudo admiramos a quienes hablan bien en público o responden rápidamente ante situaciones sociales”, comenta Pérez.

A pesar de esto, la timidez puede tener ventajas; permite una observación más cuidadosa antes de establecer relaciones. “Una persona tímida puede analizar mejor las dinámicas sociales”, agrega Perales. Es importante crear un ambiente escolar inclusivo donde cada niño pueda desarrollarse sin sentirse presionado por su forma natural de ser.

Pérez concluye señalando que “No podemos estar todos en un polo; la normalidad es la suma de todas las diferencias”. Respetar y validar las distintas personalidades permite que los alumnos silenciosos puedan integrarse adecuadamente y colaborar con sus compañeros más extrovertidos sin temor al rechazo.

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