El 95% de las empresas que invierten en inteligencia artificial no obtienen resultados tangibles. El hype tecnológico se convierte en una herramienta de poder político y económico, según expertos.
El 95% de las empresas que invierten en inteligencia artificial (IA) no obtienen resultados tangibles, según un reciente informe del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT). Muchos proyectos quedan estancados antes de llegar a producción, y la externalización a proveedores muestra un éxito del 67%. Desde el inicio del auge de la IA, las expectativas económicas en torno a esta tecnología han crecido exponencialmente, aunque actualmente este hype empieza a ser cuestionado. Andreu Belsunces, investigador del Área de Tecnopolítica en la UOC, explica que «la expectación tecnológica surge de una doble especulación: una financiera, destinada a maximizar los rendimientos de inversiones arriesgadas; y una social, donde las empresas generan atención prometiendo avances disruptivos que crearán oportunidades sociales sin precedentes».
Entre el 10 y el 12 de septiembre, se llevará a cabo en la sede de la UOC en Barcelona el primer congreso Hype Studies, coorganizado con otras universidades europeas. Este evento pionero tiene como objetivo analizar cómo la creación de expectación se ha transformado en una herramienta de poder político y económico. Investigadores y académicos internacionales se reunirán para discutir un fenómeno que explica tanto la actual fiebre por la IA como burbujas anteriores, como la crisis de las puntocom.
Cuando hablamos de hype, nos referimos a la generación de expectación alrededor de un producto, servicio o tendencia. Sin embargo, para los investigadores involucrados en el congreso, este concepto trasciende su definición convencional: se convierte en una herramienta poderosa. Según Belsunces, «el hype es un fenómeno omnipresente que impacta en la economía, la política y el desarrollo tecnológico». No es simplemente exageración; es un proceso que «atrae inversión, alimenta especulaciones y amplifica incertidumbres». El hype no es accidental ni meramente exagerado: es un proceso dinámico que desempeña un papel crucial en las sociedades contemporáneas y moldea decisiones a múltiples niveles», añade.
A menudo, las empresas tienden a inflar sus promesas para mejorar sus perspectivas económicas. «Muchos inversores instan a los fundadores a presentar visiones más ambiciosas de sus productos, lo cual consideran una táctica necesaria para sobrevivir en rondas competitivas de financiación», señala Belsunces. Esto se convierte en un medio para atraer capital riesgo y surfear sobre las olas del mercado.
A medida que avanza el congreso Hype Studies, se espera que surjan debates profundos sobre cómo gestionar esta expectativa desmedida. La comunidad académica busca entender no solo los efectos inmediatos del hype tecnológico, sino también sus consecuencias a largo plazo en el tejido social y económico. Con expertos compartiendo sus conocimientos sobre este fenómeno, se abre una puerta hacia nuevas perspectivas sobre cómo abordar el futuro tecnológico con mayor responsabilidad.
Sin duda, el análisis crítico del hype será fundamental para determinar cómo pueden las empresas e instituciones navegar por estas aguas turbulentas sin dejarse llevar por promesas vacías o expectativas irreales.