Un estudio de la Universidad de Barcelona revela que la resiliencia en chicas con fibromialgia juvenil no solo ayuda a reducir el sufrimiento emocional, sino que también se asocia con una mejor conectividad cerebral. Las adolescentes más resilientes presentan menos síntomas de depresión y ansiedad, así como un funcionamiento cerebral similar al de sus pares sanas. Estos hallazgos sugieren nuevas estrategias terapéuticas centradas en el entrenamiento de habilidades psicológicas para mejorar su calidad de vida.
La resiliencia se revela como un elemento crucial para mitigar el sufrimiento emocional en adolescentes con fibromialgia juvenil. Este trastorno de dolor crónico, que afecta principalmente a chicas jóvenes, ha sido objeto de un estudio realizado por la Universidad de Barcelona. La investigación destaca que la resiliencia —entendida como la capacidad de enfrentar adversidades de manera adaptativa— no solo no alivia los síntomas físicos de esta enfermedad, sino que también podría actuar como un factor protector a nivel emocional y cerebral.
Publicada en la revista Pain, la investigación revela que las adolescentes con mayor resiliencia experimentan menos síntomas de depresión y ansiedad, muestran una mayor autocompasión y presentan patrones de funcionamiento cerebral más similares a los de sus pares sanas. Estos hallazgos, obtenidos mediante encuestas y técnicas avanzadas de neuroimagen funcional, abren nuevas posibilidades terapéuticas centradas en el desarrollo de habilidades psicológicas para mejorar la calidad de vida de estas pacientes.
El estudio fue liderado por la profesora Marina López-Solà, quien forma parte del Instituto de Neurociencias de la UB (UBNeuro) y del Instituto de Investigaciones Biomédicas August Pi i Sunyer (IDIBAPS). Junto a ella, trabajaron Saül Pascual Díaz y Maria Suñol, primera autora del artículo. También colaboraron expertos del College of Medicine de la Universidad de Cincinnati y otros centros médicos estadounidenses.
Este trabajo pionero analizó a 41 chicas con fibromialgia juvenil y 40 sin dolor. Según las investigadoras, gran parte del enfoque previo sobre resiliencia en contextos de dolor crónico se había centrado en adultos, definiendo este concepto como un rasgo estable o como ausencia de psicopatología. Esta perspectiva resulta problemática para quienes padecen fibromialgia, ya que limita el análisis sobre cómo se adaptan a síntomas persistentes.
Los investigadores adoptaron una definición funcional de resiliencia, considerándola como un conjunto de recursos psicológicos que permiten a las adolescentes adaptarse al dolor crónico. Esta visión activa sugiere que la resiliencia puede ser entrenada y podría proteger contra el sufrimiento emocional desde las primeras etapas del trastorno.
Los resultados indican que las adolescentes con alta resiliencia experimentan menos síntomas emocionales negativos y desarrollan una autocompasión notablemente superior. Aunque no se reduce el dolor físico, sí se minimiza el sufrimiento asociado, lo cual es alentador para futuras estrategias terapéuticas.
El estudio también reveló diferencias significativas en los patrones cerebrales entre grupos. Las jóvenes con alta resiliencia mostraron una conectividad funcional superior en comparación con aquellas con baja resiliencia. Este hallazgo sugiere una mejor coordinación entre áreas cerebrales implicadas en el pensamiento autorreferencial y la flexibilidad cognitiva.
A pesar de ser un estudio observacional que no establece relaciones causales definitivas, sus implicaciones biomédicas son prometedoras. Los investigadores proponen que reforzar intervenciones psicológicas enfocadas en aumentar la autocompasión podría ofrecer beneficios significativos para las adolescentes afectadas por fibromialgia juvenil.
El futuro: profundizar en los mecanismos cerebrales asociados
El siguiente paso para los investigadores es profundizar en los mecanismos cerebrales que permiten a algunas adolescentes adaptarse emocionalmente mejor ante síntomas persistentes. Están diseñando un estudio más amplio para explorar si estos resultados pueden replicarse en otras condiciones relacionadas con el dolor crónico.
En conclusión, este trabajo abre nuevas vías para entender mejor cómo potenciar la resiliencia puede ayudar a mejorar la calidad de vida de quienes padecen fibromialgia juvenil.