Alma Fernández, instructora de mindfulness, destaca que el estrés proviene del pensamiento y no de la realidad. Promueve la atención plena como herramienta para vivir en el presente y reducir el sufrimiento.
“Lo que más nos estresa es el pensamiento, no la realidad. A veces la realidad es dura, pero aún es más duro todo lo que yo me digo sobre lo que me está pasando», afirma Alma Fernández, trabajadora social e instructora de mindfulness. Ella ha dirigido el curso de verano de la Universidad de Cantabria (UC) titulado Autocuidado y autoconocimiento desde el mindfulness y la no dualidad en Laredo, un programa que ha logrado llenar todas sus plazas una vez más. En esta conversación, Fernández profundiza en el concepto de mindfulness, la escucha activa y los beneficios que estas prácticas pueden aportar a quienes las adoptan.
La instructora explica que “el mindfulness”, o “atención plena” en español, le permite darse cuenta de lo que realmente siente. “Me ayuda a salir del piloto automático y volver al presente. A ver si estoy en contacto con lo que estoy sintiendo y pensando o si estoy metida en una historia mental que me está generando sufrimiento», sostiene. Para ella, entender que “no soy lo que siento ni lo que pienso” es liberador y fundamental para el bienestar emocional.
Fernández considera que aprender a estar en el presente es uno de los mayores desafíos, ya que “la mente se va, se anticipa, planifica y se preocupa”. Este es precisamente uno de los objetivos centrales del mindfulness: **aprender a estar presentes** en el aquí y ahora. “Estar bien no significa que no me pase nada malo; implica poder vivir lo que me pasa”, explica. La clave radica en dejar de luchar contra la experiencia; cuando se deja de pelear con lo que ocurre, se empieza a encontrar un estado interno más pacífico.
Fernández destaca que la práctica del mindfulness implica observar sin emitir juicios. “Esto es muy difícil porque estamos constantemente evaluando: esto me gusta, esto no me gusta”, comenta. El entrenamiento en mindfulness consiste en poder observar la realidad tal como es, sin añadirle capas innecesarias.
Pone un ejemplo claro: “Cuando juzgo lo que siento, como por ejemplo tener ansiedad y pensar ‘esto no debería estar aquí’, no solo tengo ansiedad; también tengo ansiedad más lucha. Eso genera más sufrimiento». Por eso, enfatiza que el mindfulness nos ayuda a dejar de pelear con nuestras experiencias y a observarlas con atención plena. Desde esta perspectiva, muchas veces la experiencia puede transformarse simplemente porque dejamos de alimentarla con rechazo.
A su juicio, “el sufrimiento tiene mucho que ver con cómo interpretamos lo que sucede”, por lo cual es crucial aprender a observar los pensamientos sin identificarse con ellos.
Durante el curso mencionado anteriormente, una técnica clave fue la escucha activa. Esta consiste en escuchar al otro sin juzgar ni imponer opiniones o soluciones. Fernández señala cómo en nuestra sociedad tendemos a interrumpirnos para ofrecer consejos incluso cuando intentamos ayudar: “Tú estás con un amigo que tiene un problema y le interrumpes para decirle ‘no te sientas mal’”, explica.
Para ilustrar su punto, propone un ejercicio interesante: escuchar a alguien “como si fuese un árbol”. Esto implica mantenerse quieto y simplemente observar mientras esa persona comparte su historia. "Si escucho atentamente sin hacer nada más, demuestro amor simplemente con mi atención", asegura.
Cuando se le pregunta qué consejo daría a quienes tienen dificultades para escuchar sin juzgar, Fernández responde: “Silencio. Conexión con la mirada. Presencia.” Mantenerse calmado y abierto al otro es esencial para acompañarlo adecuadamente durante su proceso.
“Cuando vuelcas tu opinión sobre alguien más, estás imponiendo tus ideas personales. Aunque sea desde el amor, no permites que esa persona realice su propio proceso”, añade.
El interés por disciplinas como el mindfulness ha crecido notablemente en los últimos años. Según Fernández, las personas buscan herramientas para sentirse mejor: "Muchos llegan buscando calma tras haber pasado por crisis personales o simplemente por curiosidad".
Aquellos interesados en comenzar este camino deben empezar observando su respiración y creando espacios de calma donde puedan reflexionar sobre qué les roba tranquilidad. Identificar estos factores es crucial para gestionar mejor sus emociones.
“Una vez identificadas esas cosas perturbadoras, ¿qué hacemos? Si decides cambiarlas, tienes ese poder”, aconseja Fernández mientras habla sobre la necesidad de cultivar tanto compasión hacia uno mismo como fuerza para tomar decisiones difíciles.
Al abordar los beneficios del mindfulness entre los niños, Fernández expresa su firme convicción: “Es increíblemente positivo”. Relata su experiencia haciendo voluntariado en India donde observó cómo los niños meditan también en las aulas. Para ella, estas prácticas deberían implementarse aquí como parte del autocuidado esencial.
"El autoconocimiento puede ser revolucionario; si aprendemos a conocernos y cuidarnos impactamos positivamente en nuestra sociedad", afirma convencida.
Además considera que fomentar estas habilidades desde pequeños podría contribuir significativamente a erradicar discursos de odio y polarización social.
Fernández concluye señalando cómo el mindfulness busca expandir la conciencia colectiva: "Independientemente de nuestras diferencias políticas o ideológicas, siempre habrá un deseo humano profundo de aliviar el sufrimiento ajeno".