Un estudio en Portugal revela que solo el 10% de los alimentos consumidos por jóvenes son nutricionalmente adecuados, sostenibles y accesibles, lo que subraya la necesidad de mejorar políticas alimentarias.
Un estudio reciente, liderado por la investigadora Mariana Rei del Instituto de Salud Pública de la Universidad de Oporto (ISPUP), ha revelado preocupantes datos sobre las preferencias alimentarias de los jóvenes en Portugal. Este análisis, que se llevó a cabo con el apoyo de un equipo del ISPUP y de la Facultad de Ciencias de la Nutrición y Alimentación de la U.Porto (FCNAUP), ha identificado por primera vez los alimentos que son tanto sostenibles como bien aceptados por niños y adolescentes de entre 3 y 17 años.
Los resultados indican que **solo alrededor del 10%** de los alimentos consumidos con mayor frecuencia por este grupo etario cumplen simultáneamente con criterios de buena calidad nutricional, bajo impacto ambiental y costo accesible. Esta alarmante cifra pone en evidencia una desconexión entre lo que deberían consumir y lo que realmente eligen.
La investigación se basó en datos recolectados de **521 niños** y **633 adolescentes** a través del Inquérito Alimentar Nacional y Actividad Física (IAN-AF 2015/2016). Este estudio permitió identificar los productos más consumidos y evaluar su sostenibilidad mediante indicadores nutricionales, ambientales y económicos.
Los hallazgos muestran que un limitado conjunto de alimentos —que incluye vegetales frescos y procesados, frutas frescas, legumbres, pasta, arroz, tubérculos, jugos naturales y néctares— es el único que cumple con los criterios esenciales para una alimentación sostenible. Estos alimentos destacan por su alta densidad nutricional, bajo impacto ambiental y coste relativamente económico. Sin embargo, representan solo una pequeña fracción (aproximadamente el 10%) de las elecciones alimentarias habituales entre los jóvenes portugueses.
Los investigadores apuntan que frecuentemente los alimentos con mejor calidad nutricional son también aquellos que generan mayores emisiones de gases de efecto invernadero y poseen costos más elevados. Por ejemplo, productos de origen animal como carne, pescado y huevos son ricos en nutrientes esenciales para el crecimiento pero contribuyen significativamente al uso del suelo y a una mayor huella de carbono.
En contraposición, los alimentos ultraprocesados presentan una calidad nutricional inferior aunque algunos pueden resultar más accesibles económicamente.
Los autores del estudio subrayan la urgencia de repensar las políticas alimentarias y las estrategias para promover la salud entre los jóvenes. Proponen que las directrices sobre alimentación sostenible deben equilibrar salud, medio ambiente, costo y preferencias culturales; caso contrario, se corre el riesgo de establecer recomendaciones difíciles de implementar.
"Las políticas que fomenten una producción agrícola más sostenible, así como medidas que faciliten el acceso económico a frutas, verduras y legumbres podrían ser decisivas para cambiar comportamientos", afirma Mariana Rei.
Este trabajo representa un avance significativo en Portugal al integrar dimensiones nutricionales, ambientales, económicas y socioculturales en el análisis de las elecciones alimentarias entre niños y adolescentes. Se espera que estos resultados sirvan como base para revisar las orientaciones alimentarias nacionales e incorporar recomendaciones más precisas sobre opciones sostenibles dentro de cada grupo alimentario.