La profesora Rebecca Eynon destaca que la inclusión de la alfabetización digital en el currículo escolar es clave para preparar a los estudiantes frente a los cambios sociales y tecnológicos, promoviendo un enfoque proactivo hacia la inteligencia artificial.
La profesora Rebecca Eynon, del Oxford Internet Institute (OII) y del Departamento de Educación, ha expresado su apoyo a las reformas propuestas en el currículo escolar, considerándolas un avance significativo para preparar a los estudiantes ante los cambios sociales y tecnológicos. En su opinión, es esencial que la comunidad educativa no solo forme a los jóvenes como usuarios pasivos de tecnologías generativas, sino que también les brinde las herramientas necesarias para moldear activamente el futuro en un contexto de inteligencia artificial (IA).
Las recomendaciones de la reciente revisión del currículo y la evaluación sugieren fortalecer la alfabetización digital en cada etapa clave del aprendizaje, preparando así a los alumnos para una era caracterizada por rápidos cambios sociales y tecnológicos. Entre las propuestas se incluye mejorar la claridad del contenido del currículo informático y reemplazar el criticado GCSE de Ciencias de la Computación por un GCSE de Computación más amplio.
Estas recomendaciones son vistas con optimismo por muchos centros educativos que enfrentan desafíos actuales. Sin embargo, es crucial que tanto el gobierno como la comunidad educativa interpreten estas sugerencias sin caer en una respuesta reactiva hacia la IA. Es fundamental que el currículo prepare a los jóvenes para un mundo en constante transformación, pero no debemos asumir que simplemente debemos capacitarlos para un futuro inevitable dominado por la IA.
“La IA no es solo algo a lo que reaccionar; debe ser algo que las personas modelen activamente en relación con el tipo de educación y sociedad que deseamos”, enfatiza Eynon.
Es importante reconocer que los jóvenes, al igual que todos nosotros, están construyendo el futuro en este momento. La IA no apareció por arte de magia; es creada y utilizada por personas, reflejando decisiones culturales, económicas y políticas pasadas. Además, aunque existen preocupaciones sobre su uso masivo de datos personales y sus sesgos inherentes, también hay oportunidades para cambiarla.
La revisión establece bases sólidas para una alfabetización digital integral que permita a los jóvenes participar activamente en la vida social y utilizar la tecnología de manera segura. No se trata solo de formar a los estudiantes como “usuarios finales” de tecnologías fijas; deben convertirse en ciudadanos críticos capaces de interactuar con las tecnologías considerando sus implicaciones económicas, políticas y culturales.
“Los estudiantes deben aprender no solo a identificar desinformación, sino también a comprender las complejas razones sociológicas y técnicas detrás de su aparición”.
El enfoque debe incluir temas como la economía política de la IA, sus costos ambientales o las implicaciones del capitalismo de vigilancia. Este tipo de formación no solo capacitará a los jóvenes como usuarios responsables y críticos de la IA, sino que también les permitirá influir en su desarrollo mediante el uso consciente o la negativa activa frente a ciertas aplicaciones tecnológicas.
El diseño es un aspecto clave dentro de esta alfabetización digital. Permite a los estudiantes reflexionar sobre injusticias sociales mientras examinan cómo las capacidades tecnológicas pueden apoyar o dificultar la inclusión. Proyectos creativos podrían involucrar desde artefactos digitales que representen realidades comunitarias hasta iniciativas donde se explore el sesgo en algoritmos de IA.
“La enseñanza debe ir más allá del aula; debe integrar principios inclusivos en todo el currículo informático”.
A medida que se implementen estos cambios curriculares, es vital garantizar que se escuchen diversas voces —incluyendo académicos y educadores— para definir cómo se desarrollará esta nueva propuesta educativa.
Aunque enseñar a los estudiantes a cuestionar tecnologías generativas es esencial, no puede ser visto como una solución única ante problemas complejos como el sesgo o la falta de regulación en IA. La responsabilidad social no recae únicamente sobre los jóvenes; todos debemos encontrar formas efectivas para gobernar y regular estas tecnologías teniendo en cuenta sus múltiples costos sociales y ambientales.
A medida que avanzamos hacia una agenda proactiva en educación digital, resulta indispensable involucrar diversas perspectivas para construir un futuro educativo más equitativo e inclusivo. Las reformas propuestas son solo el comienzo; su implementación efectiva dependerá del compromiso colectivo hacia un cambio real y sostenible.