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Tribuna de opinión de Jesús Otero, Director de Innovación de Gfi España

La formación aumentada

En estos días en los que nos cuestionamos nuestro modo de vida y replanteamos dogmas que dábamos por establecidos, cuando debemos mantener el distanciamiento social para asegurar nuestra supervivencia, la formación es una de las pocas actividades que no se ha detenido por completo: desde primaria hasta la universidad, los centros formativos mantienen el contacto con sus alumnos.
Jesús Otero, Director de Innovación / Fablab Madrid de Gfi España
Jesús Otero, Director de Innovación / Fablab Madrid de Gfi España

Mas allá de esta situación transitoria, la formación remota facilita acceder al conocimiento a miles de personas que de otro modo no podrían recibir. Si partimos de contenidos de calidad equiparables a los de las sesiones presenciales y los aumentamos con tecnología, la experiencia debería ser incluso mejor… pero no es igual.

Las sesiones con video online facilitan la atención, todos estamos en primera fila y no hay interrupciones. Cuestionarios dinámicos en tiempo real, pizarras compartidas, animaciones, aplicaciones interactivas, la posibilidad de grabar lecciones para revisarlas en cualquier momento deberían mejorar la experiencia del alumno y del profesor. Pero no es así.

Falta algo crucial que solo nos proporciona el contacto humano: la capacidad de adaptación. Un buen maestro asegura que la lección se ha comprendido y para ello adaptará el material, los ejemplos y el ritmo basándose en el comportamiento de sus alumnos, llegando a crear nuevas maneras de enseñar. Esta adaptabilidad del ser humano es algo que la tecnología no puede ofrecernos. ¿O quizá sí?

La formación a distancia habitual se limita a trasladar los contenidos del aula a los alumnos. El uso de sistemas de inteligencia artificial proporciona capacidades avanzadas tanto a alumnos como a profesores.

Las redes neuronales que procesan el lenguaje natural proveen traducción simultánea en formación online y crean chatbots conversacionales que resuelven dudas frecuentes y realizar cuestionarios y exámenes. Se han realizado experimentos con sistemas que entienden las respuestas en exámenes y proponen correcciones casi como un profesor humano.

La tecnología de visión artificial permite identificar a los participantes en exámenes online para evitar fraude, y analizan comportamientos para asegurar que los alumnos no copian o reciben ayuda. Los formadores dispondrán de sistemas capaces de analizar expresiones y comportamientos en sus alumnos para conocer en tiempo real el índice de atención y poder ajustar contenidos en el momento, tanto en lecciones online como presenciales.

Agentes inteligentes ayudarán a los profesores en la preparación de clases mediante una conversación, así como en la elaboración automática de exámenes partiendo de documentos y contenidos multimedia, en procesos auditables mediante blockchain. Podrán componer temarios adaptativos en función de los resultados individuales y colectivos y mejorarán la calidad de los contenidos analizando el feedback continuo de miles de maestros y alumnos en todo el mundo.

En definitiva, la formación aumentada mediante inteligencia artificial facilitará la relación entre profesores y alumnos en sesiones online y en las aulas. Ayudará a cumplir los objetivos, la asistencia y la atención. Proporcionará información sobre el comportamiento humano que hoy en día desonocemos, y nos ayudará a crear nuevas formas de enseñar y de aprender adaptadas a una sociedad en continua evolución.

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