Arquitectos españoles diseñan el «Temple of the Deep» para Burning Man
Por primera vez en 39 años, tres arquitectos de la Universitat Politècnica de València (UPV) serán los encargados de construir el «Temple of the Deep», una de las estructuras más emblemáticas del festival Burning Man, que reunirá a aproximadamente 80.000 personas en el desierto de Black Rock, Nevada.
Con un enfoque que resuena con la famosa frase del Principito, «lo importante es lo interior», estos profesionales buscan crear un espacio que invite a la reflexión y al duelo. El templo se erigirá entre el 24 de agosto y el 1 de septiembre, coincidiendo con las fechas del festival.
The man, la icónica estatua central del evento, y el templo son las construcciones más significativas del encuentro. Ambas estructuras están destinadas a ser efímeras, ya que serán consumidas por el fuego al final del festival, tal como ocurre con las famosas fallas valencianas.
Un espacio para el duelo y la memoria
Javier Bono Cremades, profesor e investigador de la UPV, explica que este templo está diseñado como un espacio de recogimiento y sanación. “La gente acude aquí para procesar la pérdida de sus seres queridos”, señala. Los asistentes suelen llevar fotos, cartas y objetos personales en honor a aquellos que han fallecido.
Entre los recuerdos que se depositarán en el templo se encuentran fotografías de víctimas de la riada provocada por la dana del 29 de octubre del año pasado. Este acto simbólico refuerza la conexión emocional entre los participantes y el espacio.
Miguel Arraiz y Javier Bono Cremades se conocieron durante su trabajo en el estudio Arqueha, donde colaboraron en el diseño del Pabellón de la Capital Mundial del Diseño en València. Con ellos también participa Javier Molinero, arquitecto asociado a Badallar Estudi.
Colaboración internacional para un proyecto único
El equipo encargado del diseño está dividido entre València y Estados Unidos. Miguel Arraiz ha estado trabajando en California desde febrero como artista líder del proyecto. Su labor incluye coordinar la recaudación de fondos y gestionar un grupo de voluntarios que fabricará las piezas necesarias para ensamblar en el desierto.
Desde València, Bono y Molinero han desarrollado los planos junto a Elisa Moliner y Josep Martí. La fecha clave será el 24 de julio, cuando todo el equipo se reunirá en California para preparar los últimos detalles antes del montaje final.
Bono destaca que “el festival tiene una filosofía radicalmente no lucrativa; todos participamos por amor al arte”. El presupuesto total asciende a aproximadamente $800.000, con una contribución estimada del festival cercana a los $150.000.
Sostenibilidad y estética inspiradas en kintsugi
El «Temple of the Deep» tendrá unas dimensiones impresionantes: 14 metros de altura y 30 metros de diámetro. Se construirá utilizando madera sin tratar ni productos contaminantes, alineándose con los principios sostenibles del festival que busca minimizar las emisiones de carbono.
Inspirados por la técnica japonesa conocida como kintsugi, que enfatiza la belleza en las imperfecciones al reparar cerámica rota con oro, los arquitectos desean transmitir un mensaje profundo: “Las grietas no ocultan; permiten ver hacia dentro”, explica Bono. Durante la noche, estas grietas se iluminarán, creando un efecto visual impactante.
Piezas artísticas con raíces valencianas
La construcción incluirá un vórtice diseñado por Manolo García, reconocido artista fallero. Su equipo viajará al desierto para levantar esta estructura utilizando técnicas tradicionales valencianas.
Aunque Miguel Arráiz, Javier Bono y Javier Molinero son egresados de distintas promociones de la UPV, comparten una sólida formación académica. Bono es profesor asociado en el Departamento de Expresión Gráfica Arquitectónica y colabora con diversas instituciones para calcular las emisiones generadas por la construcción y quema del templo.
Burning Man: un fenómeno cultural único
Burning Man, celebrado anualmente en Nevada desde 1986, se ha convertido en un evento emblemático donde miles participan para crear una ciudad temporal basada en principios como la autoexpresión radical y la comunidad.
A lo largo de una semana, los asistentes construyen instalaciones artísticas monumentales y organizan talleres sin comercio ni publicidad; todo gira alrededor del trueque o regalo. El festival culmina con una espectacular quema tanto del hombre como del templo y otras estructuras artísticas expuestas.
Redacción: Carmen Revillo Rubio
Área de Comunicación de la UPV