Agotamiento extremo, culpa constante y problemas físicos anticipados son solo algunos de los desafíos que enfrentan las mujeres que cuidan a personas mayores mientras cumplen con sus obligaciones laborales. Un estudio realizado por investigadores de la Universidad Católica (UC) ha explorado esta compleja realidad, que se vuelve cada vez más común en el contexto demográfico actual.
El rol de cuidadora no se limita a aquellas mujeres que permanecen en casa dedicadas exclusivamente al cuidado; también incluye a un número significativo de mujeres que, además de cuidar, deben trabajar. Se estima que aproximadamente la mitad de los 400 mil adultos mayores en situación de dependencia en el país son atendidos por mujeres que, simultáneamente, manejan responsabilidades laborales.
Esta tendencia es probable que aumente debido a la baja natalidad y el envejecimiento de la población. “La situación demográfica indica que esta realidad va a ser cada vez mayor, ya que hay más personas necesitando cuidados y menos oferta de cuidadores”, señala Solange Campos, subdirectora de Investigación de la Escuela de Enfermería UC, quien lideró un estudio interdisciplinario sobre este tema.
Impacto emocional y físico en las cuidadoras
La investigación titulada “El doble turno: la experiencia de trabajar remuneradamente y cuidar a una persona mayor dependiente” se llevó a cabo mediante entrevistas a unas veinte mujeres, entre 20 y 68 años, provenientes de diversos contextos socioeconómicos. La mayoría eran cuidadoras de sus padres o suegros.
Los hallazgos del estudio revelan una profunda afectación emocional y física en estas mujeres. En términos de salud mental, se observó cómo distribuyen su tiempo entre trabajo remunerado, tareas domésticas y cuidado. “Es alarmante ver que prácticamente no tienen tiempo para ellas mismas. Excepto durante las horas de sueño, que son escasas. Esto demuestra que están sometidas a una carga excesiva en un sistema que no les permite ir más allá de lo estrictamente necesario”, explica la investigadora.
A su vez, estas cuidadoras experimentan lo que se denomina “presencia ausencia”. Esto significa que cuando están en casa piensan en lo que no pudieron hacer en el trabajo y viceversa; es decir, “estoy aquí, pero realmente no estoy”. Esta dualidad contribuye a generar altos niveles de ansiedad y síntomas depresivos, además de complicaciones físicas como problemas músculo-esqueléticos debido al esfuerzo físico requerido para cuidar adecuadamente a una persona dependiente.
El trabajo como refugio social
A pesar del peso adicional del trabajo, sorprendentemente este puede actuar como un “factor protector”. Muchas mujeres afirman sentirse realizadas al poder trabajar: “Voy feliz al trabajo porque es el único momento donde puedo ser yo misma”, comentan. Este contraste es notable con las cuidadoras que no trabajan, quienes suelen vivir aisladas y dedicadas únicamente al cuidado.
El trabajo ofrece una ventana hacia la sociabilidad, permitiendo conexiones con otras personas y evitando el encierro social. Así lo enfatiza Campos: “Para muchas mujeres, trabajar no solo implica generar ingresos; también les brinda un espacio personal para desarrollar otros aspectos de su vida más allá del rol de cuidadora”.
Caminos hacia una mayor flexibilidad laboral
Este diagnóstico resulta crucial para implementar medidas efectivas en apoyo a estas cuidadoras. Según el estudio, las trabajadoras valoran especialmente la flexibilidad laboral –en horarios y modalidades– para equilibrar sus responsabilidades laborales con el cuidado familiar.
Existen ejemplos internacionales donde se han creado beneficios adicionales para apoyar a las cuidadoras formales, tales como licencias cuando la persona mayor bajo su cuidado enferma. “Es fundamental facilitarles mantener su empleo sin sentir culpa ni temor por su situación”, afirma Campos.
Aun así, es esencial garantizar que las cuidadoras no pierdan beneficios sociales al trabajar formalmente. La falta de políticas públicas adecuadas ha llevado a muchas a optar por empleos informales debido al riesgo de perder derechos laborales. “Es necesario revisar este vacío legal para evitar precarizar aún más la situación laboral femenina”, concluye Campos.
La noticia en cifras
Cifra |
Descripción |
400,000 |
Adultos mayores en situación de dependencia en el país. |
50% |
Porcentaje de cuidadores que son mujeres y que también trabajan. |
20 a 68 años |
Rango de edad de las mujeres entrevistadas para el estudio. |