“El límite es el cielo”, repite la doctora Faride Ramos desde su clínica Integrative Medicine of South Florida. Esta frase, que un colega le compartió hace años, se ha convertido en su mantra personal. La trayectoria de esta médica refleja cómo un “error bonito” en su especialización en medicina interna ha permitido fusionar ciencia, empatía y visión empresarial para abordar la salud desde sus raíces.
Desde pequeña, Faride mostró un claro interés por la medicina. “Mi mamá me dice que siempre quise ayudar a las personas y que tenía una gran curiosidad por la anatomía”, recuerda. A los 16 años, comenzó sus estudios de Medicina en la Universidad del Norte, donde las pruebas de aptitud confirmaron su destreza en ciencias básicas y matemáticas.
Su intención inicial era especializarse en ginecología y obstetricia. Sin embargo, al realizar el match en Estados Unidos, fue seleccionada para medicina interna. “Fue un error bonito, porque no lo estaba buscando”, confiesa. Lo que comenzó como una alternativa se transformó en su verdadera vocación: ofrecer atención integral al paciente.
Punto de inflexión hacia la medicina funcional
La transformación profesional de Faride llegó con las inquietudes de sus pacientes. “Me preguntaban: ‘Doctora, ¿por qué no hace las hormonas?’. Sabía que debía tener bases sólidas para realizar terapia hormonal, ya que puede ser peligroso”. Esta curiosidad la llevó a certificarse en endocrinología funcional y a completar un fellowship en medicina funcional durante la pandemia de 2020.
“Al comprender esto, entendí que la medicina funcional va a la raíz del problema. Es como jugar al detective: tienes todas las piezas y eliges las mejores herramientas para ayudar al paciente”, explica. Con este enfoque, logró integrar su formación clínica con un modelo más holístico.
Emprendimiento audaz
Apertura de su propia clínica
En 2021, tras obtener su certificación en medicina funcional, tomó una decisión audaz: abrir su propia clínica. “En el hospital me pagaban como internista normal, pero no tenía tiempo suficiente. En medicina funcional necesitas una hora por paciente, no 10 o 15 minutos”, relata.
Sin referentes claros en el camino, diseñó protocolos y planes de tratamiento desde cero. Sus habilidades matemáticas y empresariales se volvieron fundamentales. Actualmente, su clínica es reconocida por recibir a pacientes con condiciones complejas que han buscado respuestas sin éxito previo.
Compromiso con la educación médica
El compromiso de Faride va más allá de la atención clínica. A través del programa International Medical Graduates, ha recibido médicos colombianos para rotaciones, incluyendo varios egresados de Uninorte. “Casi todas mis asistentes han sido de Colombia”, expresa con orgullo. Hoy día, Andrea Herrera Maris forma parte de su equipo.
Recientemente inauguró un servicio de oncología metabólica aplicando protocolos basados en evidencia europea para mitigar los efectos secundarios de la quimioterapia. “Siempre busco que la ciencia y la empatía trabajen juntas”, afirma con determinación.
Afrontando desafíos con resiliencia
No todo ha sido sencillo en su camino profesional. A los 23 años llegó a EE.UU., decidida a ser independiente y no depender económicamente de sus padres. Trabajó como asistente de enfermería y luego en un consultorio podiatría mientras se preparaba para los exámenes de residencia. “Iba sola tocando puertas; incluso fui a Nueva York una semana solo para entregar hojas de vida”, recuerda entre risas.
Su consejo para las nuevas generaciones es claro: “Los límites te los pones tú mismo. Siempre habrá obstáculos, pero son oportunidades para aprender”. Actualmente, Faride combina consulta médica con enseñanza e innovación tecnológica, trabajando en algoritmos de inteligencia artificial aplicados a la medicina funcional.
A pesar del avance tecnológico, reconoce que “siempre se necesitará ese toque humano entre médico y paciente”. Su mensaje final resuena con fuerza: “Si eres médico, muestra esa fortaleza interior. No te limites por tus temores; hazlo todo con amor y todo fluirá como debe ser.”