La tesi doctoral de Antoni Rojas Rabaneda, dirigida por el profesor Josep Burch, ha llevado a cabo un exhaustivo estudio sobre el asentamiento ibérico de Sant Sebastià de la Guarda, ubicado en Palafrugell, en la comarca del Baix Empordà. Esta investigación se centra en la evolución cronológica, arquitectónica y urbanística del poblado, abarcando un periodo que va desde la segunda mitad del siglo VI a.C. hasta el primer cuarto del siglo I a.C.
Para realizar este análisis, se han examinado un total de 26 viviendas, espacios abiertos, así como sitges y diversas estructuras tanto domésticas como artesanales. Además, se han estudiado miles de fragmentos cerámicos, muchos de ellos de producción ibérica, junto con otros importantes provenientes de diferentes puntos del Mediterráneo. El asentamiento recibió productos púnicos, massaliotes, griegos y romanos.
Evidencias de actividad ininterrumpida en Sant Sebastià
Los datos obtenidos demuestran una actividad continua en el poblado durante más de cinco siglos. La investigación confirma que Sant Sebastià inició su desarrollo en las primeras décadas de la cultura ibérica en esta región, poco después de la fundación de Empúries.
Uno de los hallazgos más significativos es la identificación de un modelo organizativo del espacio que es excepcionalmente raro y casi inexistente en otros poblados ibéricos. Este modelo consiste en casas aisladas rodeadas por espacios abiertos donde se han documentado fornos para la elaboración de pan y metal, además de sitges utilizadas para almacenar cereales. A diferencia de lo común en otros asentamientos ibéricos, donde las casas suelen estar alineadas y separadas por muros medianeros, Sant Sebastià presenta una disposición singular.
Crecimiento y continuidad del poblado ante la romanización
Sant Sebastià formó parte activa del conjunto de poblados ibéricos entre los siglos VI a.C. y III a.C. Sin embargo, con la llegada de Roma a la Península Ibérica en 218 a.C., a través de Empúries, varios asentamientos indígenas dejaron de funcionar tras una revuelta entre 197 a.C. y 195 a.C., incluyendo Ullastret, considerada capital indígena. A pesar de ello, Sant Sebastià continuó su actividad y experimentó un crecimiento notable durante el siglo II a.C.
Durante este periodo, el poblado ocupó toda la superficie superior de la montaña que le da nombre. Las últimas evidencias de actividad se registran en los primeros años del siglo I a.C., justo cuando se intensificaba la romanización del territorio con la fundación de ciudades romanas como Empúries y Gerunda. El asentamiento fue finalmente abandonado al acercarse el fin de la cultura ibérica, aunque algunos poblados como Castell de Palamós perduraron unas décadas más.