En concreto, han hallado que en situaciones de disbiosis intestinal -alteración en la composición de la microbiota- provocada por la toma de antibióticos, la lactoferrina, una proteína de la leche bovina, mejora la salud intestinal, al modular positivamente la microbiota y el sistema inmunitario, por lo que podría utilizarse en alimentos funcionales.
Como es conocido, en el intestino existe una extensa microbiota que tiene funciones muy importantes para la homeostasis o equilibrio intestinal, como la protección frente a patógenos o el desarrollo del sistema inmunitario. La composición de esta microbiota depende de muchos factores, incluida la dieta y la ingesta de antibióticos. En concreto, los antibióticos inducen alteraciones en la microbiota y funciones intestinales. En este contexto, el uso de alimentos funcionales que contengan prebióticos que puedan modular la microbiota y el sistema inmunitario es un foco de investigación de gran interés actualmente para mejorar la salud intestinal.
Algunos estudios anteriores ya habían descrito que la lactoferrina podía modular la microbiota intestinal en modelos animales de obesidad o colitis. Sin embargo, se desconocía por completo cómo la lactoferrina podía modular la microbiota intestinal en la disbiosis inducida por antibióticos. Para investigar esto, los autores del trabajo liderados por Mª Lourdes Sánchez Paniagua y Laura Grasa López, profesoras de la Universidad de Zaragoza, estudiaron la capacidad de la lactoferrina para modular la microbiota y el sistema inmunitario intestinal en un modelo animal de disbiosis inducida por clindamicina.
Entre los principales resultados de este estudio publicado recientemente por la revista Food and Function -una de las publicaciones científicas de mayor impacto en su campo-, está que la lactoferrina pudo revertir los efectos de la clindamicina, antibiótico que había reducido los niveles de las bacterias com propiedades antiinflamatorias Bacteriodaceae, Prevotellaceae y Rikenellaceae. Además, la lactoferrina también podría restablecer los niveles de TLR2, TLR8 y TLR9, receptores del sistema inmunitario que reconocen los componentes de las bacterias e inician una respuesta inmunitaria.
El trabajo ha sido liderado por las Dras. Mª Lourdes Sánchez Paniagua (Catedrática de Tecnología de Alimentos) y Laura Grasa López (Profesora Titular de Fisiología), y en él han participado Andrea Bellés Mirallés (Investigadora predoctoral del Gobierno de Aragón), Inés Abad Chamorro (Investigadora predoctoral del Gobierno de Aragón) y Diego Aguirre Ramírez (Investigador predoctoral contratado), todos miembros del Grupo de Investigación “El efecto del Procesado Tecnológico de los Alimentos en las Patologías Digestivas y Alérgicas” (ALIPAT), y financiado por el proyecto del Ministerio de Economía y Competitividad “Efecto de los tratamientos tecnológicos en la actividad de proteínas y fracciones lácteas en la funcionalidad intestinal: potencial para su aplicación en alimentos funcionales (AGL2017-82987-R)”.
Además, el trabajo ha contado con la colaboración del Dr. Marcos Parras-Moltó, de la Universidad de Gotemburgo (Suecia).