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Si eres tan listo, ¿por qué no eres rico?

Los tipos más brillantes se han dado costaladas espectaculares.

Si eres tan listo, ¿por qué no eres rico?

Mi cuñado tuvo sus devaneos con la cultura alternativa. Se cogió coleta e incluso llevó un pendiente, pero en un momento dado decidió que lo que de verdad le gustaba era ser rico. “Cuando vas por la calle”, me decía un día, “¿no piensas todo el rato en cómo ganar dinero?” Pues no. Yo sólo me ocupo de los grandes asuntos: la crisis, la globalización, el relativismo moral. Las cuestiones menores las lleva mi mujer: dónde vivimos, qué hacemos con los ahorros, cómo veraneamos.

Seguro que no les sorprenderá saber que mi cuñado gana más que yo. ¿Basta con proponérselo para ser rico? Mucha gente me lo plantea cuando se entera de que escribo de economía: “Oye, ¿cómo se hace uno millonario?” Es una pregunta cuya respuesta resulta obvia con sólo verme: “No tengo ni idea”. Pese a todo, he hecho averiguaciones y he llegado a la conclusión de que lo más eficaz no es emplearse por cuenta ajena. La mayoría de los magnates han montado su propio negocio. Son tipos que se muestran comprensiblemente orgullosos de su éxito, pero tampoco hay que hacerles mucho caso cuando empiezan a dar recetas: “Disfruto con mi trabajo”, “No me doy nunca por vencido”, “He aprendido de mis errores”, etcétera. Paul Getty Jr. solía decir que las tres reglas para prosperar eran “levantarse temprano, trabajar duro y encontrar petróleo”. No son de mucha utilidad, pero el hombre era por lo menos sincero al reconocer el papel fundamental que juega la suerte.

Ser inteligente, por el contrario, no importa tanto. Los tipos más brillantes se han dado costaladas espectaculares. John Maynard Keynes tenía, según Bertrand Russell, “el intelecto más agudo y más claro que yo haya conocido”, pero eso no le impidió arruinarse casi por completo tres veces. En 1920 embarcó a sus igualmente brillantes amigos de Bloomsbury en lo que hoy sería un hedge fund y se lanzaron alegremente contra la libra, pero el Banco de Inglaterra subió los tipos y perdieron hasta la camisa. Un coetáneo suyo recordaría que “la especulación mejoró la teoría económica [de Keynes] y la teoría económica mejoró su especulación”. Lo primero quizá sea cierto, pero lo segundo es más dudoso, porque el crack del 29 lo volvió a arrollar. Se dejó el 80% de su fortuna. En los años siguientes se rehízo y reunió un capital equivalente a 32 millones de euros, pero la crisis de 1937 lo redujo a un tercio. A esas alturas, Keynes había desarrollado un temperamento flemático y resignado. “El deber de un inversor serio es aceptar la depreciación de su cartera de valores con ecuanimidad y sin reprocharse nada”, comentaría. En el fondo, poco más podía hacerse.

“Estas anécdotas plantean la siguiente cuestión”, escribe John Allen Paulos, otro genio que se dejó los dientes con Worldcom: “si eres tan listo, ¿por qué no eres rico?” Tengo un amigo financiero al que el asunto le pone nervioso. Le comenté una vez lo poco que acertaban los analistas bursátiles y me recordó lo precisos que éramos por el contrario los periodistas. Nos reímos un rato y no volví a sacar el tema.

Pero es verdad que los analistas aciertan poco, y tiene su explicación. La bolsa consiste en millones de ojos que escrutan día y noche las empresas en busca de la menor pista que les permita comprar barato y vender caro. El resultado es que cualquier noticia es rápidamente incorporada a la cotización de las acciones, de modo que los precios reflejan toda la información disponible. Cualquier movimiento futuro depende de algún suceso imprevisto, que en la práctica es lo mismo que impredecible. ¿Una pena? Qué va. El azar le da encanto a la vida. En The Economist dedican cada año un amplio artículo a sus meteduras de pata, como aquella portada en la que anunciaban que el petróleo nunca volvería a pasar de los 10 dólares. Y no se desaniman. Al contrario. Dicen que sus errores confirman que la economía no podía planificarse. “Si acertáramos siempre, el comunismo funcionaría, con lo que nos habríamos equivocado mucho más”.

http://miguelvillarejo.wordpress.com/2013/03/12/si-eres-tan-listo-por-que-no-eres-rico

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