21/02/2018@17:43:00
No hay duda de que nuestros teléfonos se han convertido en una extensión de nosotros mismos. Nos entretienen, nos conectan, nos mantienen informados y nos permiten explorar nuestras pasiones, rememorar nuestros mejores momentos y comunicarnos con todo el mundo. Nos encantan nuestros smartphones, pero… ¿qué ocurre si nuestra afición por los móviles afecta a nuestras relaciones personales? ¿Qué pasa cuando dedicamos más tiempo a nuestro teléfono inteligente que a nuestros padres, parejas, hijos o amigos? ¿Y cómo podemos saber en qué momento hemos cruzado la línea que convierte la afición al móvil en una conducta problemática?