Número 493
La construcción del territorio indígena: más que un espacio físico
El territorio indígena no se reduce a una delimitación física: es una construcción viva de memorias y formas de organización comunitaria. Este concepto fue abordado por las investigadoras de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), quienes subrayan la importancia de que la innovación tecnológica sea decidida por las comunidades, en diálogo con sus saberes.
En el marco del Día Internacional de los Pueblos Indígenas, celebrado el 9 de agosto, las doctoras Adriana Gómez Bonilla y Alejandra García Franco compartieron sus perspectivas sobre el reconocimiento y defensa de los saberes tradicionales, así como la justicia territorial. Ambas académicas enfatizan que esta fecha debe ser vista como una oportunidad para reflexionar sobre las deudas históricas y el papel transformador de la universidad pública en la construcción de una sociedad más equitativa.
Territorio como construcción política, social y simbólica
La proclamación del Día Internacional de los Pueblos Indígenas por parte de la ONU en 1994 busca reconocer la diversidad cultural y lingüística de más de 476 millones de personas indígenas en todo el mundo. Esta fecha resalta sus luchas por el territorio, participación política y preservación de conocimientos ancestrales.
Desde una perspectiva geográfica, Gómez Bonilla afirma que el territorio “no puede entenderse únicamente como una delimitación física o administrativa”, sino como un espacio donde se materializan cosmovisiones y estructuras colectivas. En México, donde la Constitución reconoce su carácter pluricultural, persiste una brecha significativa entre el reconocimiento formal y el respeto a los derechos indígenas.
La intersección entre saberes científicos y ancestrales
A pesar del reconocimiento constitucional, datos recientes indican que más del 70% de la población indígena vive en condiciones de pobreza. Para Gómez Bonilla, conmemorar este día no es un gesto decorativo, sino un acto necesario para lograr inclusión. Además, destaca la distinción entre pueblos indígenas recientes y pueblos originarios, quienes han sostenido territorios vitales para el equilibrio ecológico en áreas como Xochimilco.
Saber científico y ancestral
Por su parte, García Franco ha trabajado en proyectos que buscan articular los saberes escolares con los conocimientos tradicionales. Utilizando metodologías interculturales, colabora con docentes en regiones como Guerrero y Chiapas para reconocer que el conocimiento es un proceso colectivo. Un ejemplo emblemático es el sistema milpa, que integra maíz, frijol y otros cultivos; este agroecosistema no solo sostiene la seguridad alimentaria sino también representa una forma profunda de interacción con el entorno natural.
A pesar del valor intrínseco de estos conocimientos ancestrales, García Franco denuncia prácticas extractivas que han caracterizado ciertas aproximaciones científicas hacia ellos. Es fundamental cuestionar cómo dialogan ciencia y saberes tradicionales y garantizar que las comunidades tengan voz en la decisión sobre sus territorios.
Mujeres indígenas: guardianas del conocimiento y defensoras del territorio
Tanto Gómez Bonilla como García Franco coinciden en señalar el papel crucial que desempeñan las mujeres indígenas como transmisoras de saberes. Gómez Bonilla menciona las “Leyes Revolucionarias de las Mujeres Zapatistas” como un referente ético que promueve derechos fundamentales al cuerpo y a la tierra dentro del contexto comunitario.
No obstante, advierten sobre la persistente invisibilización que enfrentan estas mujeres debido a exclusiones tanto estatales como dentro de sus propias comunidades. En lugares como Cherán, Michoacán, han liderado procesos significativos para recuperar territorios ante amenazas externas.
Universidades públicas: agentes de cambio social
Las investigadoras resaltan la responsabilidad ineludible de las universidades públicas en construir una ciencia ética e inclusiva. La UAM ha demostrado su compromiso social a través de iniciativas como el Festival de las Lenguas Indígenas. Además, se han implementado estrategias para incluir estudiantes indígenas reconociendo las desigualdades lingüísticas presentes.
Tecnología e inclusión: retos contemporáneos
García Franco coordina actualmente un proyecto junto al CINVESTAV Monterrey para desarrollar materiales didácticos en lenguas mixe y zapoteca. Su objetivo es vincular estos saberes locales con temas complejos en educación científica. Sin embargo, ambas especialistas advierten sobre los riesgos asociados a herramientas tecnológicas modernas que pueden excluir lenguas originarias si no son utilizadas adecuadamente.
A pesar del potencial positivo del internet para visibilizar conocimientos indígenas mediante plataformas digitales como Wikipedia, persisten sesgos que excluyen formas no hegemónicas de conocimiento. Este desafío plantea interrogantes urgentes sobre la ética tecnológica actual.
Cerrando su mensaje a las juventudes universitarias, ambas académicas invitan a reconocer la riqueza del pensamiento colectivo indígena frente a desafíos globales como desigualdad y deterioro ambiental. Según García Franco: “No hay diversidad biológica sin diversidad cultural”, mientras que Gómez Bonilla concluye enfatizando que “la ciencia debe aprender a dialogar”, fortaleciendo así nuestra sociedad desde las bases educativas.