Las alergias al maní están en declive: un estudio revela una tendencia positiva
La alergia al maní se ha consolidado como una de las alergias alimentarias más comunes, afectando entre el 1% y el 2% de la población en los países occidentales. Durante años, su prevalencia había ido en aumento; sin embargo, un nuevo estudio realizado en Estados Unidos ha revelado que las tasas de diagnóstico de esta alergia en infantes han disminuido significativamente.
Este cambio positivo podría atribuirse a modificaciones en las directrices sobre alergias, que subrayan la importancia de introducir este alérgeno común desde una edad temprana. Las alergias alimentarias representan reacciones del sistema inmunológico que responden inapropiadamente a sustancias que deberían ser ignoradas, como ciertos alimentos o polen.
Un cambio en las pautas puede ser clave
A partir de 2015, año en el que se actualizaron las recomendaciones sobre la introducción de alérgenos, se observó un cambio notable. Se aconsejó a los padres de infantes considerados de alto riesgo (como aquellos con dermatitis atópica) que introdujeran el maní temprano en la dieta de sus hijos. Este enfoque ha demostrado ser efectivo, ya que el estudio mostró que la tasa total de alergia al maní disminuyó del 0.8% al 0.5% tras la implementación de estas nuevas directrices.
Los investigadores inscribieron casi 39,000 niños antes del cambio en las pautas y alrededor de 47,000 después. El seguimiento durante uno o dos años reveló que menos infantes en riesgo desarrollaron alergia al maní tras este ajuste en las recomendaciones.
Causas complejas detrás del aumento previo
A pesar del optimismo generado por estos hallazgos recientes, es importante recordar que la incidencia general de alergias alimentarias sigue aumentando. Entre 2008 y 2018, la proporción de personas con alergias alimentarias en Inglaterra se más que duplicó. En Estados Unidos, entre 1997 y 2008, se triplicó el número de personas diagnosticadas con alguna alergia alimentaria.
Las causas detrás de este incremento son multifactoriales e incluyen factores como la exposición a contaminantes ambientales, alteraciones en el microbioma intestinal y predisposición genética. Además, existe una relación entre ciertas condiciones inflamatorias (como la dermatitis atópica) y la probabilidad de desarrollar una alergia alimentaria.
Preguntas sin respuesta sobre las alergias alimentarias
A pesar del avance representado por estas nuevas directrices, persisten muchas incógnitas sobre cómo prevenir eficazmente las alergias alimentarias y qué mecanismos subyacen a su desarrollo. Por ejemplo, aún no está claro cuál es el mejor momento para introducir alimentos potencialmente alérgicos ni por qué algunos bebés con dermatitis atópica tienen mayor riesgo.
Además, aunque este estudio proporciona esperanza para reducir ciertos tipos de alergias alimentarias, es fundamental seguir investigando para entender por qué algunas personas pueden desarrollar alergias incluso durante la adolescencia o adultez.
Sheena Cruickshank, profesora de Inmunología en la Universidad de Manchester, destaca que queda mucho trabajo por hacer para abordar estas cuestiones y mejorar el manejo general de las alergias alimentarias.
Si (
No(
