El papel de los hombres en la lucha feminista ha sido objeto de debate desde los inicios del movimiento. En un contexto donde las ideologías contemporáneas sitúan el cuerpo y los valores masculinos en el centro político, así como un resurgimiento del antifeminismo, resulta fundamental discutir la transformación de las masculinidades hegemónicas. Este es el eje central de la sexta edición de la conferencia internacional Men in Movement, que se llevará a cabo en Barcelona los días 9 y 10 de diciembre bajo el título Masculinidades para futuros feministas: desafiando el machismo y la violencia. Organizada por la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), con el apoyo del Pacto de Estado contra la violencia de género y Hombres Igualitarios (HI/AHIGE), esta iniciativa busca incluir a los hombres en las discusiones sobre género, en un momento crítico ante la violencia y desigualdad actuales.
A pesar de los avances sociales, persisten en la vida cotidiana características que reflejan una relación dominante entre lo masculino y lo femenino. En este sentido, el concepto de nuevas masculinidades aparece frecuentemente en estos debates. Sin embargo, para Begonya Enguix, profesora e investigadora principal del grupo MEDUSA en la UOC, esta etiqueta puede resultar engañosa. «Hablar de nuevas masculinidades implica una concepción evolucionista que no refleja la complejidad de las realidades actuales», señala. Enguix enfatiza que siempre han existido hombres igualitarios y sensibles cuyas experiencias han sido invisibilizadas. El verdadero desafío radica en cuestionar las dinámicas de poder aún vigentes.
Desafíos en la construcción de masculinidades igualitarias
Según Maria Olivella, coordinadora de la Unidad de Igualdad de la UOC, la construcción tradicional de roles de género genera dos éticas diferenciadas: por un lado, la ética de los cuidados, asociada a las mujeres; por otro, la ética de la justicia, vinculada a los hombres. Esta última promueve un enfoque individualista que tiende a ignorar necesidades emocionales tanto propias como ajenas. Olivella advierte que cuando los hombres están desconectados emocionalmente, son más propensos a manejar conflictos mediante imposiciones en lugar de optar por soluciones colaborativas o empáticas.
Para revertir esta situación, propone integrar la ética del cuidado como valor compartido entre géneros. No obstante, esto requiere un cambio cultural profundo: «No se trata solo de pedir empatía a los hombres; debemos enseñarles que cuidar es una tarea valiosa», sostiene Olivella.
Repensar la masculinidad como acto liberador
Expertos señalan que uno de los mayores obstáculos es la complejidad del proceso: «Repensar la masculinidad implica desaprender todo lo que hemos recibido desde pequeños. Es incómodo y genera resistencia», comenta Olivier Malcor, formador en talleres sobre género. A través del proyecto Parteciparte, Malcor utiliza técnicas teatrales para abordar desequilibrios de poder dentro de las relaciones. Para él, involucrar a los hombres en tareas tradicionalmente femeninas puede ser transformador: «Los hombres deben experimentar qué significa asumir estas responsabilidades», argumenta.
A través del uso del teatro del oprimido y dinámicas grupales, Malcor busca explorar cómo los roles tradicionales afectan las emociones y relaciones interpersonales. «La masculinidad tradicional no solo perpetúa desigualdades; también provoca aislamiento e infelicidad», concluye Malcor.