Diez estudiantes de la Universidad de La Laguna participaron en una experiencia enriquecedora en Guía de Isora, como parte del proyecto “Pueblos Remotos”, impulsado por el Vicerrectorado de Estudiantes y respaldado por el Banco Santander. Este programa tiene como objetivo conectar el talento universitario con los desafíos que enfrentan los emprendedores locales, promoviendo así la innovación y la sostenibilidad en un entorno rural.
Durante cinco días, los estudiantes se alojaron en el albergue municipal, donde convivieron y trabajaron en equipo aplicando la metodología de Design Thinking. Esta iniciativa les permitió desarrollar propuestas innovadoras para abordar problemas específicos planteados por tres emprendedores locales: María del Mar, de Finca Las Dulces; Aníbal, de Dulcería Isora; y Hiram, de Ventita de Haridian.
Composición del grupo y retos abordados
El grupo estudiantil era diverso. Del Grado en Economía participaron Andrés González Martín y Ainara Medina Falcón; del Grado en Turismo, Yuliia Vinskevych y Daniela González Luis; del Grado en Administración y Dirección de Empresas, Karol Vanessa Bohorquez Castañeda y Carla Fontes Martín; del Grado en Bellas Artes, Joel Martín de Damián; del Grado en Conservación y Restauración de Bienes Culturales, Aitana Marcos Vidal; del Máster en Estudios de Género y Políticas de Igualdad, Jhonny Ramos; y del Máster en Ciencias de las Religiones/Ingeniería Química Industrial, Daniel Josia Dorta Gómez.
Tres retos, tres soluciones
En el caso de Finca Las Dulces, María del Mar buscaba aumentar la visibilidad de su negocio y atraer a consumidores locales. El equipo asignado propuso estrategias promocionales para fomentar el consumo sostenible. En cuanto a Dulcería Isora, los estudiantes colaboraron con Aníbal para revitalizar su marca e innovar su modelo de negocio, con el fin de incrementar la presencia turística del municipio. Por último, Hiram recibió sugerencias para optimizar la comunicación y resaltar los productos locales.
Reflexiones sobre el emprendimiento rural
Los participantes no solo se enfrentaron a desafíos empresariales; también reflexionaron sobre las dinámicas de los entornos rurales y la resiliencia de sus emprendedores. “Entender los desafíos reales y aportar soluciones fue una experiencia reveladora”, comentó uno de los estudiantes. Estas dinámicas fomentaron habilidades blandas esenciales como la comunicación, creatividad y empatía.
La directora de secretariado de Prácticas y Empleabilidad, Inés Ruiz, destacó que “Pueblos Remotos” actúa como un puente entre la academia y la comunidad local. Gracias a esta colaboración, los estudiantes regresan con nuevas perspectivas sobre el emprendimiento mientras que los emprendedores reciben ideas frescas que pueden impulsar sus negocios. “Este tipo de iniciativas subraya el valor de la colaboración entre universidad y comunidad”, concluyó Ruiz.