La Universidad de León y la Reserva del Alto Bernesga han firmado un convenio marco de colaboración que dará inicio a un innovador proyecto agroalimentario centrado en el uso del propóleo, un producto natural de las colmenas. Este esfuerzo está liderado por investigadores del Instituto de Ciencia y Tecnología de los Alimentos de la ULE.
El estudio, que se desarrollará durante un periodo de 18 meses, se enfocará en evaluar el potencial del propóleo como ingrediente para mejorar la calidad y sostenibilidad de productos cárnicos como el chorizo, el salchichón y el lomo. La investigación busca reducir la dependencia de aditivos artificiales mediante la incorporación de compuestos naturales.
Un proyecto con enfoque sostenible
Este acuerdo fue formalizado entre la rectora de la ULE, Nuria González, y el presidente de la Fundación, Antonio García. Se inscribe dentro del marco del proyecto europeo RES-MAB, cuyo objetivo es transformar las Reservas de la Biosfera mediterráneas en espacios más resilientes ante el cambio climático, integrando recursos hídricos, energéticos y alimentarios.
Uno de los ejes centrales del convenio es la investigación sobre el uso del propóleo en productos cárnicos como alternativa antioxidante y antimicrobiana. El análisis se llevará a cabo por el equipo del ALINS del ICTAL, bajo la dirección de la doctora María del Camino García, con la colaboración directa de la investigadora Eugenia Rendueles.
Ciencia al servicio del territorio
La investigación incluirá trabajo práctico con apicultores e industrias cárnicas locales, además de ensayos en los laboratorios del ICTAL. Según destacó Rendueles, este proyecto demuestra cómo “la ciencia puede conectar la tradición con la innovación, y el territorio con la universidad”.
González enfatizó que este acuerdo es un claro ejemplo de cómo el conocimiento generado en las universidades debe ser transferido a la sociedad para contribuir al desarrollo sostenible y a la preservación del entorno.
A su vez, García celebró esta alianza como un paso importante hacia una conexión más fuerte entre el conocimiento académico y las necesidades locales. Subrayó que este proyecto no solo refuerza las raíces productivas locales, sino que también abre nuevas oportunidades para una innovación sostenible desde lo local.
Perspectivas futuras
Con una vigencia inicial prevista de cuatro años, este convenio no solo facilitará esta colaboración específica, sino que establecerá las bases para futuras iniciativas conjuntas. La rectora concluyó afirmando que “este convenio es una muestra clara de cómo universidad y territorio pueden trabajar juntos, aportando conocimiento científico y compromiso con el desarrollo sostenible”.
Además, se contemplan acciones formativas relacionadas con temas como la igualdad de género y el fortalecimiento del tejido territorial. Esto reafirma el papel activo de la ULE en el desarrollo rural y en la adaptación al cambio climático en áreas ambientalmente valiosas como el Alto Bernesga.
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