Democratizar la participación en la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) implica que todos sus integrantes —docentes, estudiantes, trabajadores, egresados y pensionados— tengan voz en la elección de directores de programas, decanos y rector. Además, se busca crear estrategias para erradicar la violencia política y académica, así como promover los derechos humanos e interactuar directamente con las autoridades universitarias.
Un modelo inspirado en la historia universitaria
Este enfoque se basa en las primeras universidades de la historia y es un modelo vigente en instituciones públicas de renombre en el Reino Unido, Estados Unidos y América Latina, especialmente en países como Brasil, Chile, México y Argentina. Así lo expone Santiago Gómez Obando, doctor en Estudios Políticos y Relaciones Internacionales de la UNAL. Según él, la relación entre autonomía y democracia universitaria permite entender que la democratización no solo es posible, sino también deseable.
El trabajo del doctor Gómez revela que la democracia universitaria tiene raíces profundas desde el nacimiento mismo de las universidades en Europa medieval. En Bolonia, por ejemplo, los estudiantes gobernaban y tomaban decisiones sobre profesores y normas. En París, a pesar del dominio eclesiástico, profesores y egresados se organizaban para contrarrestar ese poder. Desde entonces, la autonomía universitaria ha sido fruto de deliberación y gobierno compartido.
El cambio más significativo ocurrió en 1810 con la creación de la Universidad de Berlín, inspirada por Wilhelm von Humboldt. Por primera vez se eliminó la distinción rígida entre quien enseña y quien aprende, promoviendo que la búsqueda de la verdad se realice entre iguales. Este modelo integró enseñanza e investigación como tareas comunes.
La Reforma Universitaria de Córdoba: un hito en América Latina
En 1918, América Latina dio un paso revolucionario con la Reforma Universitaria de Córdoba, donde los estudiantes exigieron no solo autonomía sino también participación efectiva en decisiones universitarias. Buscaban elegir a sus autoridades y modernizar la enseñanza para convertir a la universidad en un espacio gratuito y útil para toda la sociedad.
Universidades como las de Buenos Aires o la Nacional Autónoma de México son herederas del espíritu cordobés. En ellas, los Consejos Universitarios incluyen representantes de estudiantes y profesores que participan activamente en elecciones y decisiones académicas.
Más de un siglo después, varias universidades públicas reconocidas mundialmente aplican principios democráticos. En Oxford, más de 5.000 miembros forman parte de una asamblea que toma decisiones cruciales; en Cambridge existe un órgano similar con poder deliberativo sobre el gobierno académico; mientras que otras instituciones incluyen representación estudiantil con voz y voto.
Caminos hacia una universidad más democrática
"Democratizar implica desconcentrar el poder", afirma el doctor Gómez. Esto abre espacios más amplios para una participación deliberativa que fortalezca la transparencia administrativa y el control político sobre las autoridades académicas. La UNAL enfrenta una estructura donde un número reducido toma decisiones clave sin vínculos directos con la comunidad universitaria.
Aunque hay representación docente y estudiantil, sus voces suelen ser minoritarias debido a una estructura diseñada para concentrar el poder. La Ley 30 de 1992 definió un modelo que ha llevado a presupuestos condicionados y creciente participación del mercado en lo académico.
"La comunidad universitaria tiene igualdad de mérito", sostiene Gómez. Este mérito otorga legitimidad para tomar decisiones colectivas sobre cómo organizarse. La Constituyente Universitaria busca incidir tanto en el gobierno como en la vida universitaria para ampliar esta participación.
Un proceso transformador e inclusivo
El Proceso Constituyente Universitario no está relacionado con ninguna Asamblea Constituyente nacional; su objetivo es transformar aspectos vitales desde su autonomía. A lo largo del tiempo, los intentos de cogobierno han sido limitados por contextos políticos adversos o desacreditados bajo argumentos de “politización”. La Constituyente Universitaria pretende superar estas barreras mediante prácticas dialógicas que fomenten una verdadera democracia dentro del ámbito universitario.
A través de este proceso se habilitarán tres espacios concretos para participar: cuerpos colegiados como Consejos de Sede; Claustros que incluirán egresados; y espacios autónomos donde colectivos podrán presentar propuestas innovadoras.