Ciento sesenta jóvenes demuestran que es posible ser profesional después de haber perdido a sus familiares por la guerra.
Jhon Bermúdez llegó con su maleta a la terminal de Quibdó, equipado de una cobija, una almohada y pastas para el mareo. Junto con diez colegas de la Universidad Tecnológica del Chocó, emprendieron un viaje que atravesó la cordillera occidental y tres departamentos para llegar al Encuentro de Estudiantes Víctimas del Conflicto Armado, realizado en la Universidad del Valle, sede Meléndez. Allí se encontraron con más estudiantes de los departamentos de Nariño, Cauca, Chocó y Valle, quienes se reunieron con el objetivo de que más víctimas del conflicto armado puedan acceder a la educación superior.
El Desafío del Acompañamiento Emocional
Su primer desafío fue transmitir a docentes y compañeros cómo una persona víctima del conflicto llega a ser profesional después de haber perdido a su familia en la guerra. Esta generación es consciente de que el reto no termina al ingresar a la universidad. Alejandra Narváez lo expresó con una lucidez que desarma: «Alcanzar notas altas para ganar sus semestres es más difícil si has vivido episodios de guerra». La ansiedad, el miedo y la zozobra que experimentan en sus vidas se manifiestan de formas que pocos entienden, afectando su concentración y rendimiento.
Por ello, proponen que la actual política de gratuidad «Puedo estudiar» se fortalezca con una política pública de educación para víctimas del conflicto armado. Su legado es asegurarse de que ninguna víctima sienta que la universidad no es para ella.
Un Plan de Acción Transformador
Su plan es audaz y factible:
- Ruta de atención integral: Proponen un acompañamiento psicosocial, económico y académico. La premisa es clara: para sanar, el apoyo debe ser constante y cercano.
- Alianzas estratégicas: Buscan que las universidades establezcan alianzas con entidades públicas y privadas. ¿El objetivo? Garantizar oportunidades reales de pasantías y empleos al egresar.
- Impacto global: Su ambición trasciende fronteras. «Queremos tener experiencias de internacionalización». Su visión es convertirse en embajadores de la paz, utilizando sus experiencias para educar a otros y evitar que el horror del conflicto armado se repita.
Modelos Exitosos en Educación Superior
Mientras discuten su propuesta, también destacan los destellos de esperanza existentes. Algunas instituciones, como la Universidad del Cauca y la Universidad del Valle, han implementado programas que demuestran que su visión es posible gracias a matrículas excepcionales para jóvenes víctimas, lo cual promueve el ingreso.
Aparte, programas como ASES (que funciona en Univalle) ofrecen monitorías académicas y acompañamientos que brindan guía para ayudar a los estudiantes a sentirse apoyados. Por ello, este equipo propone que todas las universidades públicas adopten estos modelos exitosos.
Pensando en el Futuro: Un Legado Duradero
Este grupo sabe que los resultados de este encuentro podrán materializarse en los próximos años; aunque tal vez no alcancen a disfrutarlo, esto les motiva aún más. Edwin Montaño, quien está cerca de graduarse en la Universidad del Valle, lo sintetizó con admirable claridad: «Es necesario garantizar que los jóvenes ingresen a la educación superior y haya un acompañamiento permanente para recibir y entregar mejores personas a la sociedad». Su voz representa la valentía de su región y refleja el pensamiento comunitario.
Todas las personas que han sido víctimas del conflicto armado en Colombia y desean acceder a la educación superior por condición de excepción deben formar parte del Registro Único de Víctimas (RUV) y estar en contacto con la Unidad para las Víctimas.