En 25 años, uno de cada cuatro mexicanos tendrá más de 60 años.
La investigadora Mina Konigsberg Fainstein, profesora de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), advierte que la clave no es simplemente alargar la vida, sino mejorar su calidad. A pesar de los avances en la longevidad de los mexicanos, esto no se traduce necesariamente en una mejor calidad de vida. “Las cifras demográficas predicen que en 25 años, la población de adultos mayores de 60 años será de una por cada cuatro personas. Ante esta realidad, se prevé que el sistema de salud será insuficiente para atender a todos; por ello, es crucial realizar estudios que promuevan un envejecimiento saludable”, destacó Konigsberg durante su charla titulada Senolíticos: ¿vendrán a suplir a los antioxidantes en evitar que envejezcamos?.
En su intervención, la especialista enfatizó que el objetivo debe ser alargar la calidad de vida y prevenir enfermedades crónico-degenerativas que representan un desafío tanto para los individuos como para sus familias y el sistema sanitario. A menudo se cree erróneamente que los radicales libres son completamente perjudiciales; sin embargo, estos cumplen funciones importantes al ayudar a eliminar bacterias del organismo. Existen dos tipos de antioxidantes: los enzimáticos, que son proteínas, y los no enzimáticos, como las vitaminas.
La importancia de hábitos saludables
“Las enzimas antioxidantes disponibles en tiendas no ofrecen beneficios reales. El consumo excesivo de vitaminas antioxidantes puede resultar contraproducente, convirtiéndose en oxidantes y generando radicales libres”, advirtió Konigsberg. La experta recomendó mantener hábitos saludables: alimentarse naturalmente, hacer ejercicio regularmente, dormir adecuadamente y consumir cinco porciones diarias de frutas y verduras.
Aunque aún se desconoce con precisión por qué envejecemos, se han identificado 12 características asociadas al proceso del envejecimiento. Entre ellas destaca la *senescencia celular*, un estado al que las células llegan cuando dejan de dividirse debido a daño o estrés. Estas células, conocidas como “zombis” porque no están muertas pero tampoco activas, pueden liberar moléculas con efectos positivos o negativos sobre otras células vecinas.
El problema surge cuando el sistema inmunológico envejece y pierde su capacidad para reconocer o eliminar estas células senescentes, lo que puede llevar a enfermedades crónico-degenerativas. En este contexto, surge la pregunta: ¿qué hacer con estas células? Se han realizado estudios en ratones genéticamente modificados para explorar métodos de eliminación cuando el sistema inmunológico falla; sin embargo, eliminar todas las células senescentes resulta problemático.
Retos y soluciones en el envejecimiento
Konigsberg Fainstein también mencionó que los senolíticos, fármacos prometedores para eliminar células envejecidas, aún no han demostrado eficacia en humanos. “Los ensayos clínicos realizados son experimentales y breves, utilizando medicamentos muy potentes y tóxicos. Por ahora, lo mejor es aceptar el envejecimiento y disfrutar lo que tenemos”, concluyó.
La académica subrayó que más allá de buscar soluciones milagrosas, el verdadero desafío radica en construir una vejez saludable, activa y digna basada en conocimiento científico y hábitos saludables.