Un innovador curso de la Facultad de Agronomía y Sistemas Naturales UC, que aplica la metodología A+S, permite a estudiantes de diversas disciplinas colaborar en un huerto comunitario ubicado dentro de la Clínica Familia, en La Florida. Las cosechas, que incluyen lechugas, habas, acelgas y huevos, son utilizadas diariamente para alimentar a pacientes terminales. Sin embargo, el aprendizaje que se obtiene va mucho más allá de lo académico.
“Esto es medicina que cura el alma”, afirma Juan Pablo Zúñiga, encargado de seguridad de la Clínica Familia, mientras observa el vibrante huerto rodeado de gallinas y hortalizas. Desde hace cinco años, estudiantes de la Pontificia Universidad Católica de Chile participan en el curso “Huertos Comunitarios y Agricultura Urbana”, una asignatura que trasciende las paredes del aula: aquí, la conexión con la tierra y el contacto humano son los pilares del aprendizaje.
Una experiencia transformadora en el huerto comunitario
El curso es impartido por los profesores Luis Mejías y Francisco Fuentes, y se basa en la metodología A+S (Aprendizaje más Servicio). Aunque está promovido por la Facultad de Agronomía y Sistemas Naturales UC, está abierto a estudiantes de distintas carreras. Este semestre, participaron futuros odontólogos, agrónomos y forestales, entre otros, todos trabajando juntos en el huerto de Clínica Familia, un centro especializado en cuidados paliativos para pacientes terminales.
Los productos cultivados -hortalizas, verduras y huevos- son utilizados directamente por la cocina del establecimiento para preparar comidas saludables para los pacientes. Además, parte de la producción se comercializa mediante iniciativas sostenibles como la venta de huevos, cuyos ingresos permiten mantener a las gallinas. Los residuos generados se destinan al compostaje; aquí no hay lugar para el desperdicio.
Cultivando habilidades y empatía
“La idea es enseñar horticultura urbana en espacios reducidos aplicando técnicas sustentables y principios de economía circular. Pero más allá del aprendizaje técnico, lo valioso es el entorno: los estudiantes trabajan con personas reales, enfrentan realidades difíciles y contribuyen al bienestar de los pacientes”, explicó el profesor Francisco Fuentes.
La clínica valora profundamente esta colaboración. “Para nosotros ha sido como recibir un Ferrari”, comentó Zúñiga sobre el impacto positivo que ha tenido contar con un huerto comunitario activo. “Aquí ronda la muerte. Entonces que exista un espacio lleno de vida donde los pacientes puedan oler una albahaca o plantar una lechuga es algo profundamente sanador”.
«Más allá del aprendizaje técnico, lo valioso es el entorno: los estudiantes trabajan con personas, se vinculan con realidades duras y aportan con su trabajo al bienestar de los pacientes» – Francisco Fuentes
Un enfoque integral hacia la educación
Gabriela Riquelme, estudiante de quinto año de Odontología UC, destacó que esta experiencia fue significativa: “Estoy acostumbrada a tratar con pacientes en el box. Pero aquí fue distinto; pude conectar desde otro lugar, desde la naturaleza. Fue terapéutico tanto para ellos como para mí”.
No solo siembran y cosechan; los grupos también se organizan en diferentes áreas: algunos cultivan hojas (lechugas y acelgas), mientras otros se enfocan en raíces o frutales. Además, preparan conservas y biofertilizantes aprendiendo a gestionar un huerto urbano completo. El diseño del espacio también está adaptado para personas en silla de ruedas y se ha convertido en un punto de encuentro para pacientes, familiares y trabajadores.
Aportando al bienestar social desde las aulas
Maximiliano Camus, estudiante finalista de Agronomía UC, valoró que “más allá del conocimiento técnico, lo importante fue compartir con personas de otras carreras y contribuir a un espacio que necesitaba nuestra ayuda. Fue una experiencia muy enriquecedora”.
Luis Mejías, uno de los fundadores del curso, relató que esta iniciativa surgió durante el estallido social y la pandemia como parte de mesas de diálogo comunitario buscando nuevas formas educativas: “Este curso nunca se dicta físicamente en la universidad; todo ocurre aquí mismo en el huerto comunitario”. Desde su inicio, los estudiantes han podido involucrarse socialmente al salir del campus universitario hacia La Florida.
El impacto ha sido tan significativo que cada nueva generación mejora lo dejado por sus predecesores: amplían instalaciones como el gallinero e incorporan nuevos cultivos e innovaciones técnicas. Este proyecto ha ganado reconocimiento interno; sin embargo su verdadero valor radica en pequeños gestos cotidianos.
Cosechando dignidad y esperanza
“Hace una semana una paciente llamada Tegualda recitó una poesía escrita aquí mismo. Ayer falleció. Ver cómo hasta su último momento estuvo conectada con este huerto comunitario es algo invaluable”, expresó Zúñiga emocionado.
Para Francisco Fuentes este curso encarna plenamente el espíritu UC: “Formar personas con vocación de servicio capaces de poner sus conocimientos al servicio del bien común”. Lo que sucede aquí crea un círculo virtuoso reflejando el rol social que debe tener cualquier universidad.
Huertos Comunitarios y Agricultura Urbana continúa su trayectoria académica integrando un fuerte componente social. Al igual que el propio huerto, cada semestre renace con nuevos estudiantes dispuestos a dar frutos no solo alimenticios sino también humanos: dignidad y esperanza para aquellos que enfrentan sus últimos días.