«La infiltrada», la última producción de María Luisa Gutiérrez, ha sido reconocida como una de las obras más significativas de su carrera, superando a éxitos como las sagas de Torrente y Padre no hay más que uno. En el marco del curso de verano “Retos actuales en la lucha contra el terrorismo y en la solidaridad de las víctimas”, Gutiérrez compartió su experiencia sobre cómo esta película busca evitar que se "arranque una página del libro" de la historia reciente de España. La productora citó a Irene Villa, quien le transmitió que lo importante no es solo el perdón, sino que las víctimas desean que su historia sea recordada.
La película, que ha sido nominada al Goya 2024 a la mejor película, se gestó en 2017 tras una conversación con un amigo policía, quien le relató la historia de una agente nacional que se infiltró en la banda terrorista ETA durante ocho años. Aunque este relato ya había sido publicado anteriormente, Gutiérrez consideró vital llevarlo a la pantalla desde la perspectiva policial. Su objetivo era contar por primera vez la historia de ETA desde el punto de vista de quienes lucharon contra ella.
Una mirada hacia las víctimas y sus familias
Desde el inicio del proyecto, Gutiérrez mostró interés en incluir a las víctimas en el proceso creativo. Aunque inicialmente intentó contactar a la policía infiltrada, esta se negó. Sin embargo, accedió a hablar con otros miembros del operativo. Además, se comprometió a permitir que las víctimas fueran las primeras en ver la película y a darles voz para modificar cualquier aspecto que consideraran necesario. Esta decisión llevó a una proyección especial en Vitoria, donde pudo comprender el profundo impacto emocional que los atentados han tenido en las vidas de estas personas.
En sus palabras durante la ceremonia de los Goya, Gutiérrez destacó: “La memoria histórica reciente también es memoria histórica”, enfatizando su deseo de abordar este tema con un enfoque basado en el sentido común y sin matices políticos.
Apreciación y controversia en torno al filme
La recepción por parte de organizaciones como la Asociación de Víctimas del Terrorismo (AVT) y miembros retirados de la Policía Nacional fue muy positiva. Sebastián, un exagente presente en el curso, calificó la película con un “11 sobre 10”. Sin embargo, algunos sectores críticos sugirieron que solo los vascos deberían narrar su propia historia. A pesar de esto, Gutiérrez mencionó que “la película ha funcionado muy bien en el País Vasco”, lo cual considera un signo sanador para una sociedad marcada por estos eventos.
Finalmente, Gutiérrez expresó su orgullo por haber contribuido a educar a nuevas generaciones sobre estos acontecimientos históricos. Su productora está actualmente desarrollando varios proyectos cinematográficos relacionados con este periodo oscuro de España, buscando así mantener viva la memoria colectiva.