Un reciente estudio llevado a cabo por investigadores de la Universidad de Sevilla ha puesto de manifiesto los diversos factores que perpetúan la baja representación de mujeres en el ámbito del emprendimiento, en comparación con sus homólogos masculinos. El equipo, que incluye a las profesoras Inmaculada Jaén y María José Rodríguez, ha analizado datos de un proyecto liderado por el profesor Francisco Liñán. La investigación revela que, aunque las mujeres muestran una fuerte intención de emprender, los prejuicios sociales y estereotipos de género son los principales obstáculos que impiden la materialización de sus proyectos.
Según el último informe del Observatorio del Emprendimiento de España, el porcentaje de mujeres que se lanzan a emprender es del 6,8%, frente al 7,7% de los hombres. Este estudio destaca que los hombres tienen más probabilidades de llevar a cabo sus iniciativas empresariales, siendo las barreras sociales impuestas por estereotipos de género la causa principal detrás de esta discrepancia.
Desconfianza hacia las emprendedoras
El arquetipo tradicional del emprendedor está fuertemente asociado a características masculinas, lo que provoca que las mujeres enfrenten prejuicios y desconfianza por parte de inversores, socios potenciales y clientes. Además, el estudio indica que muchas mujeres tienden a autolimitarse al anticipar dificultades y falta de apoyo social, lo cual frena su potencial emprendedor.
A lo largo del tiempo, la actividad emprendedora ha sido vinculada a rasgos considerados típicamente masculinos como la proactividad y la competitividad. Esta percepción influye significativamente en las decisiones tanto de hombres como de mujeres respecto al emprendimiento.
Análisis en dos etapas del proceso emprendedor
La investigación examina el proceso emprendedor en dos fases clave. En la primera etapa, conocida como fase cognitiva o mental, se determina que la expresión de género tiene un impacto más significativo en la intención de emprender que el sexo biológico. Los hallazgos sugieren que aquellos con una expresión asociada a estereotipos masculinos son más propensos a querer iniciar un negocio. Curiosamente, quienes presentan una expresión andrógina —que combina rasgos masculinos y femeninos— son los que muestran mayor intención de emprender debido a su percepción sobre contar con un abanico más amplio de recursos para enfrentar desafíos empresariales.
No obstante, esta situación cambia drásticamente en la segunda fase: cuando llega el momento de crear efectivamente la empresa. En este punto, el sexo biológico cobra relevancia mientras que la expresión individual pierde peso.
Hacia una transformación social necesaria
Los resultados obtenidos en esta investigación no solo evidencian la complejidad del fenómeno del emprendimiento femenino, sino que también resaltan la urgente necesidad de un cambio social. Los autores subrayan que para incrementar la participación femenina en el mundo empresarial es esencial abordar los estereotipos sociales vinculados al emprendimiento. Crear un entorno más justo e inclusivo permitirá que el potencial emprendedor se desarrolle sin ser obstaculizado por prejuicios basados en género.