Un estudio de la URV revela que la aceptación de las infraestructuras energéticas varía según el contexto territorial y social.
A pesar de los avances en la generación de energía renovable, España sigue dependiendo en gran medida de la importación de combustibles fósiles, posicionándose como un país a “medio camino” en su transición energética dentro del marco europeo. Para alcanzar los objetivos del Pacto Verde Europeo, que establece la meta de lograr la neutralidad climática para 2050, es esencial transformar el sistema energético y contar con el apoyo ciudadano en este proceso. Un estudio dirigido por la Universitat Rovira i Virgili (URV) ha evidenciado que la aceptación ciudadana hacia las infraestructuras energéticas no es uniforme, sino que está influenciada por factores como el tamaño del municipio, la experiencia previa con estas instalaciones, el nivel educativo, la edad y la ocupación de los individuos.
Factores que influyen en la aceptación
El análisis indica que el tamaño del municipio es un factor determinante en la aceptación de nuevas infraestructuras energéticas. Las personas que residen en grandes ciudades tienden a mostrar una actitud más favorable hacia estas instalaciones que aquellas que viven en áreas rurales pequeñas. Por otro lado, los habitantes de ciudades medianas son quienes manifiestan mayor aceptación hacia cualquier tipo de infraestructura energética, especialmente las relacionadas con las energías renovables.
Además, se observa que las centrales nucleares son valoradas más positivamente en municipios medianos y grandes, con una aceptación aproximadamente un 6% superior a la registrada en pueblos pequeños. La percepción ciudadana también se ve afectada por experiencias previas; así, las centrales hidroeléctricas generan actitudes más favorables, mientras que las nucleares y los parques solares pueden disminuir la aceptación hacia nuevas instalaciones similares.
Influencia del perfil individual
Otros factores individuales también juegan un papel crucial. Por ejemplo, quienes trabajan en el sector energético muestran un apoyo un 10% mayor respecto al resto de la población. En términos generales, cuanto más alto es el nivel educativo, mayor es la aceptación; sin embargo, cada año adicional de edad reduce esta aceptación en un 0.4%. Asimismo, se destaca que las personas activas en el mercado laboral y los jubilados son más propensos a apoyar estas instalaciones comparados con estudiantes o personas dedicadas al cuidado del hogar.
Estos hallazgos subrayan que diseñar políticas energéticas sin considerar las diferencias territoriales y sociales puede poner en riesgo el éxito de la transición ecológica. Comprender qué factores condicionan la aceptación social de estas infraestructuras es fundamental para promover un modelo energético más sostenible y eficiente.
El proyecto SPECTRUM, liderado por la URV y financiado por el Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades junto con los fondos Next Generation EU, ha encuestado a más de 7.000 personas recientemente. Este estudio ha revelado tendencias significativas sobre cómo se perciben las medidas adoptadas para avanzar hacia una transición energética, evidenciando marcadas diferencias según el área geográfica de residencia.