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Desigualdades educativas

Desigualdades en el acceso a la educación superior, según un sociólogo de la ULL
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Desigualdades en el acceso a la educación superior, según un sociólogo de la ULL

lunes 14 de julio de 2025, 15:48h

El sociólogo Leopoldo Cabrera, de la Universidad de La Laguna, alerta sobre las desigualdades estructurales en el acceso a la educación superior. A pesar de una aparente democratización del acceso universitario, las probabilidades siguen favoreciendo a estudiantes de clase alta. Identifica factores como el mes de nacimiento y el acceso a recursos complementarios que afectan el rendimiento académico. Cabrera aboga por una estrategia educativa inclusiva y un esfuerzo colectivo para garantizar igualdad de oportunidades desde la educación primaria.

La educación se erige como la herramienta más poderosa para transformar vidas, sin embargo, no todos los individuos cuentan con las mismas oportunidades para aprovecharla. Esta es la reflexión del sociólogo Leopoldo Cabrera, profesor titular en la Universidad de La Laguna, quien ha dedicado décadas al estudio de las desigualdades educativas. Desde su vasta experiencia, lanza una advertencia contundente: “El sistema educativo no compensa las diferencias sociales de origen; muchas veces las reproduce”. En un contexto donde el acceso a la universidad parece haberse democratizado formalmente, Cabrera advierte sobre el peligro del igualitarismo aparente. “Es cierto que hoy es más fácil entrar a la universidad que hace treinta años, pero las probabilidades de acceso siguen estando cuatro veces a favor de los estudiantes de clase alta frente a los de clase baja”, explica.

Cada año, miles de jóvenes se enfrentan a la Prueba de Acceso a la Universidad (PAU). Aunque el objetivo de establecer una evaluación única a nivel nacional busca garantizar la equidad, Cabrera enfatiza que el examen por sí solo no equilibra las condiciones iniciales. “La estructura social pesa mucho antes de llegar al aula de examen. No es lo mismo estudiar en Madrid que en Canarias. No es lo mismo nacer en una familia con estudios universitarios que en una con abandono escolar”, afirma. El sociólogo destaca que, en comunidades como Canarias, las tasas de escolarización en Bachillerato son notablemente más bajas. “Aquí, quienes llegan a la PAU ya han superado una criba previa. Son menos, pero están más seleccionados. El problema es estructural, no del alumnado”, aclara.

Desafíos en el acceso a la educación superior

Uno de los desafíos que identifica el experto es la escasez de plazas en titulaciones altamente demandadas, como las ciencias de la salud. “La universidad pública tiene recursos limitados. No podemos ampliar la oferta sin planificación adecuada. La solución pasa por decisiones políticas sobre financiación y estrategia educativa”, sostiene. Además, cuestiona la noción de que la educación privada sea sinónimo de mayor calidad. “Cuando llega el momento de acceder a Medicina, las familias prefieren la pública porque es más competitiva y prestigiosa. En ese nivel, la meritocracia real se impone”, asegura Cabrera. “Puedes heredar la renta, pero no puedes heredar la nota del MIR”.

Aparte del nivel económico o del tipo de centro educativo, Cabrera señala otros factores menos visibles que impactan profundamente en el rendimiento académico. Uno relevante es el mes de nacimiento: “Está comprobado que los niños nacidos en el último trimestre del año rinden peor y tienen más probabilidades de repetir curso. Es un sesgo del propio sistema, no una falta de capacidad”, advierte. Otro elemento determinante es el acceso a actividades complementarias: “Las familias con más recursos pueden pagar clases extra, idiomas o deportes, que funcionan como impulsores académicos. Pero debería bastar con una educación pública adecuada para ofrecer igualdad real”.

El papel crucial de las madres y las brechas educativas

En su análisis, Cabrera resalta el papel fundamental que desempeñan las madres, especialmente en hogares monoparentales: “Cuando una madre tiene estudios universitarios y trabaja, su implicación en la educación de sus hijos suele ser mayor que la del padre”. En Canarias, donde hay un número significativo de hogares monomarentales respecto a la media nacional, esto resulta clave. También denuncia persistentes brechas de género: “Las chicas obtienen mejores calificaciones pero suelen tener un rendimiento inferior en matemáticas; los chicos tienden a flojear en lengua. Esto no responde a diferencias biológicas: ambos sexos obtienen resultados similares en tests de inteligencia; el problema radica en sesgos educativos y expectativas sociales”.

Ascensor social

Cabrera sostiene firmemente que la educación continúa siendo el camino más realista para ascender socialmente, aunque no sea el único disponible: “La lotería o el deporte profesional son opciones posibles pero improbables; educarse ofrece una tasa de éxito más razonable aunque tampoco garantiza nada”. Sin embargo, advierte que incluso los hijos e hijas provenientes de familias privilegiadas pueden perder estatus: “Una familia situada en el percentil 95 no puede esperar que sus hijos asciendan más; como mucho pueden mantenerlo y aún así un 20% no lo logra”. Esto representa una probabilidad social y no determinismo.

Más allá del título universitario

Cabrera también desafía la idea comúnmente aceptada que vincula exclusivamente a la universidad con el éxito: “No está bien que un padre considere fracasado a su hijo por no asistir a ella; hay oficios técnicos igualmente dignos y rentables”. Recuerda que el objetivo del sistema educativo debe ir más allá del ámbito económico: “Necesitamos entusiasmar al alumnado con el conocimiento; leer y entender el mundo también son formas válidas de éxito”.

Para Cabrera, esta responsabilidad no recae únicamente sobre las políticas públicas: “Se requiere una implicación activa por parte del profesorado, las familias y toda la comunidad educativa. En Canarias es necesario ese esfuerzo colectivo desde etapas tempranas; debe comenzar desde primaria y no cuando ya se ha instalado el fracaso en secundaria”. Concluye afirmando que se necesita una estrategia educativa sostenible: “La escuela tiene potencial para transformar vidas pero no puede hacerlo sola; *el talento* no debería depender ni del código postal ni del mes natal; lograr igualdad real es una tarea pendiente.”

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