La conectividad en zonas rurales es crítica, afectando la educación y negocios. Aunque históricamente el internet satelital era visto como una última opción, hoy ofrece velocidades competitivas y estabilidad. Existen soluciones viables y subvenciones disponibles, haciendo urgente mejorar el acceso a internet en el campo para no depender del código postal.
En numerosas zonas rurales, la disponibilidad de internet se asemeja a una lotería. La frustración es inevitable cuando no hay fibra y la señal del móvil llega tan débil como el hilo de una aguja. Esta situación va más allá de simplemente disfrutar de series sin interrupciones: se trata de estudiantes incapaces de asistir a clase, agricultores que no pueden utilizar sus sensores y pequeños negocios que no logran enviar facturas. Sin embargo, el mundo rural también merece estar conectado. Afortunadamente, ya no es necesario esperar años para que la infraestructura llegue; existen soluciones viables, y algunas —como el satélite— han avanzado tanto en los últimos años que vale la pena reconsiderarlas. Desde Serenae, una empresa dedicada a mejorar la conectividad en entornos rurales, han elaborado una serie de recomendaciones para que quienes viven en el campo puedan optimizar su conexión a internet o, al menos, identificar qué tipo de tecnología les conviene realmente. Sin promesas vacías ni tecnicismos complicados, y con los pies en la tierra.
El satélite ha dejado de ser un “último recurso”: Durante mucho tiempo, asociar internet por satélite significaba hablar de velocidades limitadas, precios elevados y latencias eternas. Sin embargo, eso ha cambiado. En la actualidad, los nuevos servicios ofrecen velocidades que alcanzan hasta 200 Mbps, con una estabilidad notable y lo más importante: llegan donde otros no pueden. "Hay hogares que han estado esperando durante años la llegada de la fibra o la instalación de una torre para el 4G. Mientras tanto, el satélite ha evolucionado y hoy representa una solución inmediata y válida, especialmente para aquellos que no desean seguir esperando", señala Vanessa Cota, Directora de Marketing y Experiencia del Cliente de Serenae.
Elegir adecuadamente: ¿fibra, 4G o satélite?: No todas las tecnologías son adecuadas para cada ubicación. Si cuentas con fibra, tienes suerte; si tienes cobertura móvil, tal vez puedas sobrevivir con un router 4G. Pero si ninguna de estas opciones funciona correctamente, el satélite puede ser la clave. Es fundamental entender qué opción se adapta mejor a tu entorno y necesidades. "La conectividad no solo se mide en velocidad; también importa la estabilidad, cobertura y uso real", apunta Vanessa Cota. “Existen personas con fibra que experimentan cortes constantes y otras que realizan videollamadas diarias sin problemas gracias al satélite. Lo esencial es ajustar la tecnología al terreno y no al revés”.
A veces el problema está dentro del hogar: No todo se reduce a torres o satélites; muchas veces los inconvenientes provienen del propio hogar: routers antiguos, ubicaciones inadecuadas o casas con muros gruesos... Muchos fallos en la conexión son resultado del WiFi doméstico. Utilizar repetidores, redes mesh o simplemente reubicar el router puede hacer una gran diferencia.
¿Y si te subvencionan parte de la conexión sin saberlo?: Existen programas públicos como el Plan UNICO Demanda Rural que financian la instalación de internet por satélite en diversas áreas. Sin embargo, persiste una gran falta de información y muchas familias potencialmente beneficiarias desconocen esta posibilidad. “En lugares donde antes no había alternativas disponibles durante años, ahora tanto el alta como parte del servicio pueden estar subvencionados. Pero existe temor a los trámites y a que sean complicados. Por ello intentamos acompañar al usuario para que no se sienta solo”, indica Vanessa Cota.
No te obsesiones con los megas: Aunque las pruebas de velocidad son útiles, no lo son todo. Un número elevado no garantiza una buena conexión si es inestable; además, una latencia ligeramente superior puede no representar un problema siempre que sea constante. Lo crucial es que la conexión funcione cuando realmente la necesitas, más allá de cómo luzca en un gráfico.
Cuando todo falla, el satélite sigue operativo: Una ventaja del satélite es su independencia respecto a la red terrestre. En situaciones de cortes eléctricos, tormentas o fallos generalizados en redes móviles, el satélite puede continuar funcionando. Por ello, en áreas remotas o bajo condiciones climáticas adversas, contar con una segunda conexión por satélite actúa casi como una red de seguridad.
La tecnología también ha llegado al campo: La agricultura de precisión está revolucionando el sector primario: sensores, estaciones meteorológicas y gestión remota del riego son solo algunos ejemplos. Todo esto requiere conexión y muchas explotaciones están fuera del alcance tanto de fibra como de cobertura móvil. "Estamos observando cómo una simple conexión por satélite permite monitorizar cultivos en tiempo real o ajustar el riego según la humedad. No es ciencia ficción: ya está sucediendo y está transformando la forma en que trabajamos en el campo", afirma Vanessa Cota.
Conexión segura también en pueblos: Los ataques informáticos no son exclusivos de grandes empresas o ciudades; cada vez hay más intentos de fraude dirigidos a personas mayores en áreas rurales o pequeños negocios operando desde casa. Aunque la conexión sea por satélite, los riesgos permanecen iguales. Por eso es vital mantener dispositivos actualizados, usar contraseñas seguras y desconfiar ante correos sospechosos sin importar dónde vivas.
Tu instalador local: tu mejor aliado: Cada terreno presenta sus particularidades; casas inclinadas, construcciones antiguas o árboles frondosos cambian las dinámicas de instalación. Instalar un router en un apartamento del centro no se compara con hacerlo en una masía del siglo XVIII. Por esta razón es crucial trabajar con instaladores locales familiarizados con las características específicas del área. “Los técnicos cercanos no solo instalan: comprenden cómo funciona la vida allí mismo; esto marca la diferencia entre una instalación estándar y otra realmente efectiva”, destacan desde Serenae.
No hay necesidad de esperar más por fibra: La espera ha sido interminable para muchas zonas rurales; años escuchando promesas sobre cuándo llegará la fibra mientras los vecinos luchan por salir adelante como pueden. Sin embargo, ya no hay motivo para resignarse; implementado correctamente, el satélite puede proporcionar conectividad efectiva sin depender de plazos eternamente retrasados. Al combinarse con otras tecnologías (4G, WiFi local o repetidores), los resultados pueden ser muy satisfactorios.
No solo es posible conectar el campo: es urgente.
No debería ser necesario depender del código postal para acceder a buena conectividad; vivir en áreas rurales no implica renunciar al teletrabajo ni a recibir educación online ni gestionar un negocio ni realizar videollamadas sin contratiempos. Como nos indican desde Serenae: “Conectarse bien no es un lujo; es una necesidad. Y hoy ya no hace falta residir en una ciudad para lograrlo”.