La Universidad Católica de Valencia, junto al Ayuntamiento, ha iniciado un voluntariado para ayudar a personas mayores vulnerables tras la dana. Alumnos y profesores realizan visitas domiciliarias para evaluar necesidades básicas. La iniciativa destaca la importancia del apoyo emocional y la colaboración comunitaria en tiempos de crisis.
La Universidad Católica de Valencia (UCV), en colaboración con el Ayuntamiento de Valencia, ha puesto en marcha un voluntariado destinado a apoyar a las personas mayores que se encuentran en situación de vulnerabilidad tras los efectos devastadores de la dana. Este proyecto involucra a un grupo de voluntarios compuesto por alumnos, profesores y personal administrativo y de servicios (PAS) que brindarán acompañamiento y asistencia a quienes más lo necesitan.
En el lanzamiento de esta iniciativa, alrededor de treinta voluntarios se desplazaron a la pedanía de La Torre, donde tuvieron la oportunidad de ser recibidos por la alcaldesa de Valencia, María José Catalá. La alcaldesa expresó su agradecimiento por la labor que están realizando y les animó a continuar ayudando a los damnificados por las inundaciones.
Un esfuerzo coordinado para evaluar necesidades
Los voluntarios de la UCV, organizados en siete grupos interdisciplinares, han comenzado a realizar visitas domiciliarias con el objetivo principal de llevar a cabo una evaluación exhaustiva del estado de cada persona atendida. Esta evaluación busca garantizar que todas sus necesidades básicas estén cubiertas y, si no es así, tomar las medidas necesarias para resolver cualquier problema.
Profesionales y estudiantes de diversas disciplinas como Medicina, Enfermería y Psicología están involucrados en este proceso. Utilizan un cuestionario detallado que abarca aspectos relacionados con la salud física y mental, así como condiciones básicas como higiene y alimentación.
Realidades impactantes durante las visitas
La enfermera y profesora Maite Murillo ha liderado uno de los grupos y compartió su experiencia durante las primeras visitas: “En nuestra primera evaluación encontramos a una anciana con escasos alimentos. Decidimos acudir a una parroquia para llenar su nevera con productos donados”. En otra casa visitada, encontraron a una mujer mayor que llevaba dos semanas sin recibir ayuda doméstica habitual.
“Aunque estas personas son monitoreadas por trabajadoras sociales del Ayuntamiento, actualmente no pueden cubrir todas las necesidades generadas por la riada. Muchos son ancianos que viven solos o cuyos hijos no se hacen cargo. Están atrapados en sus hogares desde el inicio del desastre”, añadió Murillo.
Desafíos emocionales y físicos
Entre los casos atendidos, destaca el de una usuaria cercana a los setenta años que presentaba síntomas de ansiedad y estrés postraumático. Esta mujer había sufrido enfermedades previas, incluido un cáncer, lo que le generaba un profundo miedo al salir. El grupo se aseguró de proporcionarle una mascarilla adecuada antes de llevarla a un centro médico para tratar una quemadura no atendida.
A pesar del compromiso del equipo, enfrentaron dificultades para acceder a algunos hogares debido al temor generado por robos recientes. “A veces tuvimos problemas para que nos abrieran la puerta”, comentó Murillo. “El miedo ha creado desconfianza entre las personas afectadas”.
Llamado a la acción comunitaria
La profesora Murillo enfatizó la importancia del trabajo conjunto entre la comunidad universitaria y la sociedad valenciana: “Es crucial participar en estas iniciativas. El apoyo emocional tiene un impacto positivo significativo en aquellos más desfavorecidos que se sienten solos ante esta tragedia”.
Este esfuerzo colectivo refleja el compromiso social hacia los más vulnerables tras los desastres naturales y demuestra cómo acciones solidarias pueden marcar una diferencia en momentos críticos.