Un reciente estudio llevado a cabo por un equipo internacional de investigación, que incluye la participación de la Universitat de València, desafía la noción de que el uso de inteligencia artificial, como ChatGPT, podría provocar una adicción comparable a la que generan las drogas o el juego. Esta investigación surge en respuesta a un alarmismo mediático que ha circulado sobre este tema, y los científicos afirman que no hay evidencia científica sólida que respalde la existencia de una ‘adicción a ChatGPT’ o a otros chatbots de inteligencia artificial. El trabajo ha sido publicado en la revista científica Addictive Behaviors.
Los investigadores, entre ellos Víctor Ciudad-Fernández (Universitat de València), Cora von Hammerstein (Paris Cité University) y Joël Billieux (Université de Lausanne), han analizado diversos estudios que intentan medir este fenómeno. Han descubierto un patrón preocupante: las escalas utilizadas para evaluar la supuesta adicción a ChatGPT son adaptaciones de cuestionarios originalmente diseñados para evaluar adicciones a sustancias como el alcohol o la cocaína.
El peligro del pánico moral ante nuevas tecnologías
“Se están aplicando criterios como ‘tolerancia’ o ‘síndrome de abstinencia’ para determinar si alguien usa demasiado un chatbot. Es tan absurdo como diagnosticar adicción al baile utilizando los mismos criterios que se usan para la heroína”, señala Víctor Ciudad, miembro del grupo de investigación I-PSI-TEC de la Universitat de València.
Los autores del estudio advierten que el miedo moral hacia nuevas tecnologías no es algo novedoso. A lo largo del último siglo, se han emitido alertas sobre 'adicción a la radio', 'adicción a la televisión' y 'adicción a Internet', todas ellas sin pruebas concluyentes. Según su análisis, los estudios realizados hasta ahora no han demostrado daños clínicamente significativos asociados con el uso excesivo de estas herramientas digitales.
Repensar el uso de la tecnología
En lugar de considerar el uso frecuente de ChatGPT como una adicción, los investigadores sugieren que está más relacionado con aspectos como la curiosidad, el aprendizaje o estrategias para afrontar situaciones cotidianas. “El verdadero riesgo reside en patologizar conductas normales”, advierte Ciudad. “Si cada actividad en la que una persona participa puede ser considerada adictiva, entonces el término pierde su significado”. Actualmente existen artículos científicos sobre adicciones inusuales, desde bailar tango hasta broncearse, pero con escasa evidencia detrás.
Finalmente, los autores enfatizan que etiquetar prematuramente el uso de ChatGPT como una forma de adicción puede tener consecuencias graves: estigmatización de los usuarios, creación de tratamientos innecesarios y promoción de regulaciones infundadas. “No se trata tanto de adicción sino del modo en que utilizamos la tecnología”, concluyen, instando a un cambio en la perspectiva hacia un uso consciente y regulado.