Una perspectiva de vida positiva puede ser clave para proteger la memoria en la mediana edad. Un estudio reciente, publicado en la revista Aging & Mental Health, revela que un mayor bienestar está asociado con una menor probabilidad de pérdida de memoria entre personas mayores de cincuenta años. Este trabajo se basa en un seguimiento de más de diez mil individuos durante dieciséis años y ha contado con la participación del catedrático David Bartrés-Faz, de la Facultad de Medicina y Ciencias de la Salud y del Instituto de Neurociencias (UBNeuro) de la Universidad de Barcelona, quien es el único experto español involucrado en esta investigación.
Según los hallazgos, quienes disfrutan de un mayor bienestar tienden a obtener mejores resultados en pruebas de memoria. Además, estos individuos presentan una sensación más elevada de control e independencia en sus decisiones diarias. Aunque la relación entre bienestar psicológico y memoria es pequeña, es significativa y no depende de síntomas depresivos.
Bienestar psicológico y memoria: un vínculo esencial
El estudio concluye que factores psicológicos y sociales influyen en la salud cerebral, sugiriendo que fomentar el bienestar podría servir como una barrera contra el deterioro cognitivo. Intervenciones como ejercicios de atención plena podrían ayudar a mantener las funciones mentales, incluida la memoria, a medida que las personas envejecen.
Los datos provienen del English Longitudinal Study of Ageing (ELSA), donde los participantes fueron evaluados sobre su bienestar y memoria cada dos años desde 2002. La investigación ha sido financiada por instituciones prestigiosas del Reino Unido y Estados Unidos, lo que resalta su relevancia internacional.
Implicaciones para el futuro
Amber John, autora principal del estudio, enfatiza que comprender los factores protectores para una función cognitiva saludable es crucial ante el envejecimiento poblacional. Aunque no se puede establecer causalidad directa entre bienestar y memoria, los resultados sugieren que mejorar el bienestar podría prevenir futuros problemas memorísticos.
Bartrés-Faz subraya la importancia de abordar factores modificables para prevenir el deterioro cognitivo en edades avanzadas. Esto implica que además de aspectos conocidos como actividad física o alimentación, las terapias psicológicas orientadas a mejorar el bienestar pueden jugar un papel fundamental en esta prevención.