Sara García Alonso es una figura que representa la aspiración de muchos niños: ser astronauta. Sin embargo, ella misma confiesa que este sueño no fue parte de su infancia. Su camino hacia el espacio se forjó a través de una decisión consciente, impulsada por su deseo de avanzar el conocimiento para mejorar el mundo. Desde pequeña, su anhelo era contribuir al desarrollo científico, un objetivo que ha perseguido con determinación como bióloga molecular en el Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas, donde lidera investigaciones sobre tratamientos para el cáncer de pulmón.
Recientemente, Sara participó como conferenciante en las jornadas tituladas “Grandes Retos de la divulgación científica: igualdad de género, inteligencia artificial y crisis climática”, organizadas en los Cursos de Verano de la UCM. Durante su intervención, abordó la importancia de los referentes femeninos en la ciencia, compartiendo escenario con destacadas figuras como Rebeca Atencia, del Instituto Jane Goodall, y la matemática Clara Grima.
Un viaje inesperado hacia la exploración espacial
Sara recordó cómo desde niña sentía una curiosidad insaciable por la ciencia. Su interés por encontrar respuestas a preguntas complejas la llevó a estudiar Biotecnología, un campo poco conocido pero fundamental. A pesar de las dudas iniciales sobre su elección profesional, se enfocó en utilizar la biología para resolver problemas y desarrollar productos útiles. Esta decisión le permitió continuar formándose y finalmente integrarse al CNIO bajo la dirección de Mariano Barbacid.
Todo cambió para ella el 16 de febrero de 2021, cuando un artículo anunció que la Agencia Espacial Europea buscaba mujeres astronautas para futuras misiones a Marte. Aunque inicialmente pensó que solo se requerían candidatos con formación específica en astronautica, pronto comprendió que lo más importante eran los estudios en áreas STEM (Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas). Así decidió presentarse al proceso selectivo.
Un riguroso proceso de selección
El proceso fue extenso y competitivo: comenzó con más de 23.000 aspirantes y culminó con 25 entrevistas finales. De estos seleccionados, Sara fue elegida junto a otros 16 candidatos para formar parte del equipo que realizará misiones científicas en el espacio. Es relevante señalar que entre los elegidos hay un notable número de mujeres; específicamente, 8 de los 17 seleccionados son mujeres.
Sara enfatiza que “el sexo no determina ninguna profesión”, subrayando así su compromiso con la igualdad en el ámbito científico. Ella cree firmemente que su trabajo en el espacio puede tener un impacto significativo en el avance del conocimiento humano.
Ciencia y exploración espacial: una combinación poderosa
Asegura que no hay mejor lugar para hacer avanzar el conocimiento que en la Estación Espacial Internacional. Allí, un astronauta puede llevar a cabo entre 80 y 150 experimentos científicos en apenas quince días. Estos experimentos tienen aplicaciones directas en campos como la medicina regenerativa y la investigación farmacéutica.
Sara también destaca otros beneficios asociados a la exploración espacial, como su potencial económico —se estima que alcanzará un trillón de euros antes del año 2040— y su capacidad para inspirar a futuras generaciones. Además, menciona iniciativas como la misión francesa Alpha, que ha vinculado sus investigaciones a los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), ofreciendo soluciones prácticas para problemas globales como la desnutrición.
"Para el ser humano ni siquiera el cielo es el límite", concluyó Sara García Alonso, reafirmando su compromiso con una ciencia que trasciende fronteras y contribuye al bienestar global.