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James Rhodes comparte su pasión por la música y la educación en Madrid
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James Rhodes comparte su pasión por la música y la educación en Madrid

jueves 03 de julio de 2025, 09:17h

James Rhodes, reconocido pianista y defensor de la infancia, comparte su experiencia en España durante los Cursos de Verano de la Complutense. En su charla, aborda temas como la importancia de la música en la educación y la necesidad de una enseñanza integral que incluya educación sexual. Rhodes destaca cómo la música ha sido su refugio y aboga por un enfoque más accesible para todos, enfatizando que cada persona debe cuidar su salud mental y expresarse libremente.

James Rhodes, reconocido por su extraordinaria habilidad como pianista, también es famoso por su sinceridad. A menudo, sus opiniones directas le han acarreado problemas; comentarios despectivos como “rojo de mierda” o “vete a tu país” son solo algunas de las críticas que ha recibido, especialmente en redes sociales. Sin embargo, para él, esta franqueza ha valido la pena. Se siente plenamente integrado en un país donde ha aprendido a vivir y no solo a existir, como hacía en Londres. Su compromiso con la protección de la infancia se ha materializado en una ley pionera en el mundo, que defiende con fervor.

Rhodes participó recientemente en la trigésima octava edición de los Cursos de Verano de la Complutense. En este evento, ofreció un concierto de piano en el Círculo de Bellas Artes de Madrid y al día siguiente mantuvo una conversación con Natalia Abuín, directora de los Cursos, en el Real Coliseo Carlos III de San Lorenzo de El Escorial. Conocido por su amor por las expresiones del castellano, el “pianista, escritor y filántropo”, como se le presentó, abordó sin reservas los múltiples temas planteados tanto por la directora como por el público presente.

La vida en España y su conexión con la música

La felicidad que siente Rhodes en España es evidente. Un momento revelador ocurrió durante una consulta médica cuando observó cómo todos los presentes saludaron educadamente a una pareja mayor que entraba a la sala. “En Inglaterra, si miras a alguien a la cara tienes un problema”, reflexiona. Para él, su país natal representa un pasado doloroso: “mi traumalandia”, donde sufrió abusos y estuvo internado en un psiquiátrico. En contraste, su llegada a España le permitió encontrar “el duende que llevaba toda mi vida buscando” y un estilo de vida más equilibrado: “se trabaja para vivir y no se vive para trabajar”.

La música es su refugio; describe su relación con ella como vital: “Es mi oxígeno”. Recomienda disfrutarla sin prejuicios ni conocimientos previos; cualquier género tiene valor para él. Prefiere la música clásica porque le brinda libertad interpretativa, aunque también aprecia artistas contemporáneos como Serrat y Sabina. Rhodes sostiene que escuchar música es beneficioso para todas las edades, especialmente para los jóvenes. Aquí entra su preocupación por la educación musical, que considera elitista y reservada para aquellos con recursos económicos.

Una visión integral sobre educación y salud mental

No obstante, Rhodes enfatiza que la educación va más allá de la música; debe abarcar aspectos fundamentales para la vida. Defiende firmemente la educación sexual en las escuelas, argumentando que ignorar temas sobre sexualidad pone a los niños en riesgo. También propone incorporar diez minutos de meditación diaria en colegios para combatir la ansiedad generacionalmente. Aunque duda sobre cómo abordar el uso de redes sociales y dispositivos móviles entre los jóvenes, critica abiertamente su invención: “una de las estupideces más gordas de la historia”. Reconoce sus ventajas pero advierte sobre el impacto negativo del uso excesivo.

A lo largo del diálogo con Natalia Abuín, Rhodes comparte anécdotas personales y reflexiones profundas sobre su vida y carrera. Confiesa que tras dos días sin tocar el piano se siente irritable y propone una idea innovadora: mezclar niños con músicos profesionales para enseñarles sobre el arte musical. Si tuviera que elegir una pieza para acompañar al Monasterio de San Lorenzo de El Escorial –además del popular “Despacito”– optaría por la Sinfonía nº 7 de Bruckner, capaz de evocar todas las emociones humanas en sus 75 minutos.

A través de su música diaria cada mañana junto a su perro, Rhodes explora emociones complejas. Ha vivido momentos oscuros que lo llevaron a luchar por cuidar su salud mental y anima a otros a compartir sus sentimientos: “no se guarden lo que tienen dentro; hablen, canten… cuiden su salud mental”.

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