Las redes sociales pueden ser aliadas en el desarrollo infantil, siempre que se utilicen con criterio y supervisión. Así lo afirma la Dra. Mabel Marí, profesora de los Grados en Educación de la Universidad CEU Cardenal Herrera en Castellón. En un contexto donde estas plataformas se han integrado en la vida cotidiana de niños y adolescentes, surge una pregunta fundamental: ¿qué efectos tienen sobre su salud mental?
En España, diversos estudios han señalado un alarmante aumento de trastornos mentales entre los más jóvenes. Un informe de Cyber Guardians revela que desde 2012, especialmente tras la pandemia, los casos de ansiedad y depresión se han triplicado entre adolescentes, siendo las chicas las más afectadas. Se estima que más del 11% de los jóvenes presenta un uso problemático de las redes sociales, lo que puede derivar en problemas como insomnio, baja autoestima o autolesiones.
El tiempo dedicado a estas plataformas también es crucial; aquellos que pasan más de tres horas diarias en redes sociales duplican el riesgo de experimentar síntomas ansiosos o depresivos.
Impacto positivo y negativo de las redes sociales
A pesar de los riesgos, no todo es negativo. Un estudio del National Academies of Sciences destaca que muchos jóvenes encuentran apoyo emocional y oportunidades de autoexpresión en las redes, especialmente aquellos que pertenecen a minorías o carecen de respaldo en su entorno familiar.
No obstante, la diferencia radica en cómo se utilizan estas plataformas. Crear contenido y compartir intereses es muy distinto a compararse con modelos estéticos poco realistas. Esta última situación puede afectar gravemente la autoestima y la imagen corporal, tal como señala otro estudio reciente sobre el contenido estético promovido por algoritmos en plataformas como TikTok.
Asimismo, el impacto varía según el tipo de apoyo que reciba cada niño; aquellos con una buena red familiar tienden a manejar mejor las dificultades asociadas al uso de redes sociales.
Pautas para el uso saludable de las redes sociales
Las familias desempeñan un papel fundamental en este contexto y pueden implementar recomendaciones basadas en evidencia científica:
- Establecer límites saludables: se sugiere un máximo de 1 a 2 horas diarias y evitar el uso antes de dormir.
- Fomentar un diálogo abierto: es importante hablar sobre lo que ven y sienten en las redes.
- Supervisar sin controlar: acompañar desde la confianza y el interés genuino.
- Educar en pensamiento crítico: enseñarles a identificar contenidos dañinos o irreales.
- Ofrecer alternativas offline: promover actividades físicas, creativas o al aire libre.
También es esencial estar atentos a señales que indiquen malestar emocional en los hijos. Cambios como irritabilidad, aislamiento o dependencia excesiva del móvil pueden ser indicadores preocupantes.
En resumen, en este mundo digital donde lo virtual forma parte integral del día a día, **la solución no radica en prohibir**, sino en **acompañar** con conciencia emocional. Las redes sociales pueden convertirse en aliadas del desarrollo infantil si se utilizan con criterio y supervisión adecuada. La prevención comienza no solo frente a la pantalla, sino dentro del hogar: creando un ambiente donde el diálogo sea constante y los adultos actúen como guías empáticas y firmes.