Científicos de la FMUP investigan el estrés crónico
Patrícia Monteiro, neurocientista a la cabeza del equipo, ha encontrado evidencias en el cerebro y órganos periféricos que podrían ayudar a prevenir y revertir los efectos del estrés crónico. Este trabajo se desarrolla en un contexto donde varios estudios están en marcha.
El estrés crónico se manifiesta a través de síntomas como impulsividad, decisiones poco racionales, problemas de memoria y depresión. Investigadores de la Facultad de Medicina de la Universidad de Oporto (FMUP), bajo la dirección de Patrícia Monteiro, analizan lo que ocurre tanto en el cerebro como en otros órganos, como el hígado.
“Estamos explorando diversas estrategias, tanto farmacológicas como genéticas, para revertir las alteraciones cerebrales asociadas al estrés crónico y sus síntomas cognitivos y motores. Nuestro objetivo es prevenir y tratar el estrés”, explica la investigadora, justo antes del Día de Concienciación sobre el Estrés, que se celebra el 5 de noviembre.
La neurocientífica aclara que “el estrés agudo es un mecanismo esencial para nuestra supervivencia, similar a un sistema de alarma contra incendios. En cambio, el estrés crónico actúa como una alarma invisible que nunca se apaga. Y no solo afecta a la mente; es una respuesta fisiológica que involucra todo el cuerpo”.
Investigaciones sobre las huellas del estrés
En respuesta al estrés crónico, ciertas áreas del cerebro sufren alteraciones que solo se hacen evidentes cuando estas “huellas” impactan nuestro comportamiento, manifestándose en estados de ansiedad, problemas de memoria o trastornos del sueño.
El equipo liderado por Monteiro se dedica a investigar las marcas físicas dejadas por el estrés crónico tanto en el cerebro como en el sistema. Los estudios realizados en modelos animales han demostrado ya una desregulación proteica y una disminución en la función del córtex prefrontal, lo cual explica los efectos negativos del estrés prolongado.
“Estas alteraciones tienen consecuencias adversas en el control emocional, la memoria operativa y las funciones ejecutivas”, señala Monteiro, quien ha utilizado técnicas como la electrofisiología y la proteómica para llegar a estas conclusiones publicadas en eNeuro.
Nuevas perspectivas sobre el impacto del estrés
Además, este grupo ha descubierto que la producción de una proteína llamada lipocalina 2 aumenta en el hígado durante situaciones de neuroinflamación relacionadas con un estrés continuo.
“Hablamos de personas con problemas hepáticos y enemigos figadais; no es descabellado vincular emociones con reacciones viscerales”, comenta Patrícia Monteiro, quien anticipa resultados significativos de esta investigación pronto.
Los científicos también están examinando polimorfismos genéticos que pueden influir en cómo responde el organismo al estrés crónico. “Por ejemplo, ¿por qué algunos militares que han vivido experiencias similares desarrollan trastorno por estrés postraumático mientras que otros no? Podría haber una base genética o biológica detrás de esta variabilidad”, explica.
La importancia de cuidar la salud mental
Aunque anteriormente ya había expuesto cómo el estrés crónico afecta áreas cerebrales responsables de la coordinación motora —lo que puede provocar movimientos involuntarios—, Monteiro enfatiza que “el estrés no solo se manifiesta como ansiedad o depresión; también puede alterar nuestra expresión motora”.
“El desgaste emocional debe ser prevenido con tanta seriedad como se controla el colesterol o la hipertensión”, advierte. A medida que los estudios avanzan y se acumula evidencia sobre las marcas físicas dejadas por el estrés, Monteiro subraya: “La ciencia nos muestra que estas huellas pueden ser reversibles si adoptamos hábitos saludables. Si surgen problemas de salud mental, es crucial dedicar tiempo a su tratamiento para evitar agravar lesiones existentes. La salud mental se construye día a día”.

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