Un equipo de investigadores de la Universidad de Cádiz (UCA) ha desarrollado un innovador bioplástico que incorpora extractos de hoja de mango, diseñado específicamente para prolongar la vida útil de los alimentos. Este proyecto cuenta con el respaldo financiero de la Consejería de Universidad, Investigación e Innovación, y representa un avance significativo hacia envases más sostenibles.
La investigación se centra en una mezcla de dos polímeros: uno derivado de recursos vegetales, como el maíz y la caña de azúcar, y otro producido por bacterias. La principal innovación radica en el método utilizado para introducir los compuestos naturales del mango. En lugar de recurrir a disolventes químicos o altas temperaturas que podrían ser perjudiciales, los científicos optaron por la impregnación con dióxido de carbono en estado supercrítico. Este enfoque permite que el CO? actúe simultáneamente como líquido y gas, transportando los compuestos dentro del material y evaporándose sin dejar residuos.
Beneficios del Bioplástico Innovador
Los resultados obtenidos han sido publicados en la revista Industrial Crops and Products, destacando la creación de una película biodegradable ideal para el envasado activo. Este nuevo material no solo mejora la conservación de diversos tipos de alimentos, desde frutas hasta carnes y salsas, sino que también sustituye a los plásticos convencionales derivados del petróleo. Además, fomenta la economía circular al reutilizar residuos agrícolas generados en Andalucía. Ignacio García-Casas, investigador de la UCA y coautor del estudio, señala: “Nos centramos en un cultivo presente en Andalucía como es el mango, aprovechando desechos que normalmente se queman”.
El equipo había trabajado anteriormente con plásticos impregnados con extractos naturales procedentes de hojas de olivo y naranjo. En esta ocasión, utilizaron hojas de mango proporcionadas por el Instituto de Horticultura Subtropical y Mediterránea ‘La Mayora’ en Málaga. Estas hojas son ricas en moléculas bioactivas como polifenoles, flavonoides y ácidos fenólicos, que poseen propiedades beneficiosas para la conservación alimentaria.
Análisis y Futuro del Proyecto
El proceso incluyó la incorporación del extracto al bioplástico mediante CO? supercrítico, logrando condiciones óptimas a presiones intermedias y temperaturas moderadas. Los ensayos confirmaron que este método no compromete la estabilidad térmica del material resultante. Diego Valor, coautor del estudio, destaca que “al despresurizar no queda solvente orgánico en la muestra plástica” lo que permite su uso con materiales sensibles al calor.
El siguiente paso consistió en evaluar cómo este nuevo polímero libera los compuestos antioxidantes del mango al entrar en contacto con los alimentos. Utilizando fluidos estandarizados que simulan productos frescos, los investigadores comprobaron que el material libera controladamente varias sustancias antioxidantes, siendo el ácido gálico uno de los principales componentes identificados.
Próximas Etapas y Optimización
Aunque actualmente se encuentra en fase experimental, el equipo tiene confianza en escalar esta tecnología para su aplicación industrial. Sin embargo, buscan optimizar el proceso para mitigar el tono verdoso que aporta la clorofila al plástico final. Ludisbel León-Marcos, investigadora principal del estudio, explica: “El color verdecino puede ser un impedimento porque las empresas buscan un material transparente”.
Además, están realizando pruebas con desechos agrícolas como ramas y hojas de olivo para verificar si mantienen propiedades antioxidantes similares. León-Marcos concluye: “Hemos demostrado que es posible fabricar envases respetuosos con el medio ambiente que ayudan a conservar los alimentos durante más tiempo”. El futuro parece prometedor mientras continúan explorando nuevas combinaciones de polímeros para mejorar las características mecánicas y funcionales del bioplástico.