El comercio de Halloween en Estados Unidos genera aproximadamente $10 mil millones al año. Las figuras de fantasmas, brujas y zombis son claramente productos de la imaginación humana, pero ¿qué las hace tan fascinantes? Según Harvey Whitehouse, profesor de Antropología Social en el Instituto de Antropología Social y Cultural de la Universidad de Oxford, la respuesta radica en el desarrollo del cerebro humano.
La atracción hacia estos seres sobrenaturales se debe a que desafían nuestras expectativas iniciales sobre el mundo de maneras predecibles. Hay una fórmula sencilla para crear estas criaturas aterradoras que emergen cada Halloween; aunque todos la conocemos, pocos comprenden cómo lo sabemos.
La magia detrás de los fantasmas
Desde bebés, antes incluso de comprender las leyes físicas que rigen nuestro entorno, ya esperamos que los objetos no soportados caigan hacia la tierra y que no atraviesen otros objetos sólidos. Estas expectativas son parte de nuestro kit psicológico evolutivo, fundamental para navegar por el mundo.
A medida que crecemos, alrededor de los tres o cuatro años, comenzamos a entender que otras personas tienen creencias y deseos, y pueden ser engañadas o decir mentiras. Aunque esto puede parecer abstracto, es esencial si deseamos construir un concepto de fantasma.
Para crear una idea simple de un fantasma, basta con imaginar un agente físico normal al que se le atribuyen propiedades contraintuitivas, como flotar o atravesar paredes sólidas. Los psicólogos se refieren a estos constructos como “Minimamente Contra-Intuitivos” (MCI). Se caracterizan por involucrar solo una o dos pequeñas violaciones a nuestras intuiciones innatas; lo suficiente para captar nuestra atención sin confundirnos demasiado.
Conceptos universales y su impacto económico
Como resultado, conceptos simples de fantasmas han sido documentados en diversas culturas alrededor del mundo. Sin embargo, no existen creencias en seres que solo existan en días específicos o que se comuniquen a través del cálculo matemático. Estos conceptos MCI son también un gran negocio.
Pensemos en Santa Claus: se presenta como un humano normal salvo por su capacidad mágica para pasar por chimeneas estrechas y volar con sus renos, desafiando así principios intuitivos como la solidez de los objetos y la gravedad. Además, Santa tiene la habilidad mágica de saber si hemos sido buenos o malos, lo cual también desafía nuestras expectativas sobre la mente ajena.
Esta característica socialmente relevante podría ser clave para entender por qué tanto niños como adultos se sienten atraídos por estas ideas. De hecho, el gasto mundial durante la Navidad supera el billón de dólares según algunas estimaciones, más que el PIB de muchos países.
Halloween: Un fenómeno global
Los ghouls de Halloween son igualmente generadores económicos en Estados Unidos; sin embargo, ideas similares tienen un atractivo universal porque tocan aspectos profundos de nuestra psicología evolutiva. Por ejemplo, el Año Nuevo Chino con sus dragones y espíritus malignos se estima que genera alrededor de $150 mil millones anuales. Además, hay innumerables festivales alrededor del mundo que involucran MCIs.
En resumen, estas ideas son los bloques fundamentales tanto para religiones como para historias infantiles; son universales. Todos sabemos cómo construir un fantasma; ahora entendemos cómo lo sabemos.
Harvey Whitehouse es autor del libro Herencia: Los Orígenes Evolutivos del Mundo Moderno.