Un reciente estudio ha evidenciado que la Danza Movimiento Terapia (DMT) y el Body-Mind Centering (BMC) tienen el potencial de revolucionar la práctica docente en las universidades. Estas metodologías no solo ayudan a los profesores a mejorar su comunicación y gestión emocional, sino que también promueven un bienestar integral mediante una mayor conciencia corporal.
Desafíos en la enseñanza universitaria
La labor de los docentes universitarios va más allá de transmitir conocimientos; deben gestionar aulas diversas, establecer relaciones significativas con sus estudiantes y cumplir con exigencias administrativas e investigadoras. Esta compleja realidad frecuentemente conduce a altos niveles de estrés, desconexión emocional y dificultades para mantener estándares pedagógicos efectivos.
En este marco, un estudio realizado en varias universidades españolas investiga cómo integrar la conciencia corporal mediante técnicas innovadoras puede proporcionar herramientas prácticas para enfrentar estos retos.
DMT y BMC: herramientas clave para la transformación
El estudio combina dos enfoques terapéuticos centrados en la prevención y promoción de la salud:
- Danza Movimiento Terapia (DMT): Se basa en el movimiento creativo, el análisis del perfil de movimiento, y la conciencia corporal para explorar la relación entre patrones motrices y contenidos emocionales, ayudando así a los docentes a aumentar su autoconocimiento.
- Body-Mind Centering (BMC): Fomenta la conexión entre mente y cuerpo a través de la atención consciente al propio cuerpo, lo que mejora tanto la autoconciencia como la comunicación no verbal.
“Estas técnicas demuestran que el cuerpo puede ser una fuente valiosa de conocimiento y comunicación. Comprender cómo nos movemos puede cambiar radicalmente la dinámica en el aula”, afirma Rosa María Rodríguez Jiménez, presidenta de la European Association of Dance Movement Therapy (EADMT) e investigadora en la Universidad Francisco de Vitoria (UFV).
Estructura del programa: tres fases esenciales
El programa se desarrolló en 12 sesiones semanales de dos horas, organizadas en tres fases:
- Fase intrapersonal: Los docentes exploraron su conciencia sensorial y patrones corporales para identificar tensiones físicas y emocionales.
- Fase interpersonal: Reflexionaron sobre cómo sus emociones y experiencias previas afectan su comunicación con estudiantes y colegas.
- Fase de integración: Aplicaron lo aprendido mediante observación y análisis de movimientos, conectando estas herramientas con su práctica diaria.
Cada sesión finalizaba con un tiempo destinado a reflexionar verbalmente sobre las experiencias vividas durante el encuentro.
"Este programa fue diseñado para que los docentes experimentaran cambios reales en sus interacciones personales y con sus estudiantes”, indica Manuel Carmona, investigador del Instituto de Desarrollo Regional (IDR) de la Universidad Castilla-La Mancha.
Cambios observados y perspectivas futuras
Los participantes del estudio reportaron sustanciales mejoras en su autoconciencia y gestión emocional,, reconociendo patrones de movimiento y emociones previamente desconocidos.
A su vez, notaron un impacto positivo en su comunicación dentro del aula, estableciendo conexiones más auténticas con sus estudiantes mientras lograban un equilibrio entre lo físico, emocional y profesional.
No obstante, el programa enfrentó ciertos desafíos. Al principio, algunos participantes mostraron escepticismo respecto a la utilidad del trabajo corporal en un entorno académico. Sin embargo, esta resistencia disminuyó conforme los docentes comenzaron a experimentar beneficios tangibles.
A pesar del éxito observado, el estudio también señala limitaciones metodológicas como una baja muestra representativa (22 docentes) y una notable dificultad para incluir perspectivas estudiantiles, aspectos cruciales para evaluar el impacto total del programa.
Dado que este enfoque tiene una fuerte componente relacional, sería ideal trabajar con grupos pequeños bajo la guía de un moderador experto en DMT para manejar adecuadamente las dinámicas generadas por el movimiento.
"Aunque investigaciones previas han respaldado estos hallazgos, esto es solo el comienzo. Estudios futuros deberían incorporar las voces de los estudiantes e investigar cómo estas herramientas pueden integrarse más ampliamente en la formación docente", concluye Rodríguez Jiménez.
Nueva visión para la docencia universitaria
This study highlights that aumentar la conciencia corporal dentro de la formación docente b podría transformar tanto el bienestar personal de los profesores como su capacidad para conectar efectivamente con los estudiantes.
"Si bien es fundamental ampliar las investigaciones, estas herramientas ofrecen un enfoque innovador frente a los retos actuales de la educación superior”, afirman los expertos.
A medida que aumentan las exigencias pedagógicas, aprender a escuchar y trabajar con nuestro cuerpo se presenta como una clave esencial para lograr una enseñanza más humana y efectiva.