El acceso a información médica en redes sociales ha llevado a los jóvenes a autodiagnosticarse, generando 'cibercondría'. Esto provoca ansiedad, errores en diagnósticos y un aumento en la autoobservación, afectando su salud mental y cotidiana. Especialistas advierten sobre la importancia de una buena comunicación y apoyo profesional.
El acceso a una amplia variedad de información es posible gracias a Internet, y las redes sociales han evolucionado hasta convertirse en un motor de búsqueda para los jóvenes que buscan respuestas a sus interrogantes. No obstante, esta práctica ha llevado a que muchos adolescentes recurran a estas plataformas para obtener información médica, lo que resulta en autodiagnósticos y da origen a la ‘cibercondría’.
En las redes sociales, muchos usuarios comparten sus experiencias, conocimientos o síntomas relacionados con diversas enfermedades y problemas. Esto puede llevar a que una persona, al buscar información con la preocupación de estar enferma, corra el riesgo de convencerse de que también padece esa “enfermedad” si identifica alguno de los síntomas mencionados, sin haber consultado previamente a un profesional. Este fenómeno es especialmente preocupante en los jóvenes, quienes, según el informe ‘Nacer en la era digital: La generación de la IA’ de Qustodio, una plataforma líder en seguridad online y bienestar digital para familias, utilizan las redes sociales como su principal actividad digital, lo que aumenta su vulnerabilidad ante este tipo de situaciones.
La psicóloga experta de Qustodio, Gloria R. Ben, señala que “al creer que estás enfermo puedes empezar a actuar como si lo estuvieras e incluso, a sentir que realmente tienes esos síntomas, aumentando tu ansiedad y generando más búsquedas relacionadas con lo que sientes”. Además, menciona que “la búsqueda excesiva de información, sobre todo a nivel médico, suele derivar en un aumento de la ansiedad, la posible convicción de que se padece alguna enfermedad y, por ende, realizar acciones para comprobar si estamos en lo cierto, más autoobservación, aumento de estrés…”.
¿Qué riesgos enfrentan los jóvenes debido a esta situación?
Según el IV Estudio de Salud y Estilo de Vida de Aegon, en 2023, más del 52,1% de los españoles admite que utiliza internet, redes sociales e incluso inteligencia artificial para investigar sobre posibles enfermedades. En respuesta a esta situación, los especialistas de Qustodio señalan algunos de los riesgos que esta tendencia puede acarrear para los jóvenes.
Equivocarse en el diagnóstico: al investigar sobre sus propios síntomas, los menores pueden interpretar de manera imprecisa la esencia de dichos síntomas. Sin embargo, al identificarse con el sufrimiento de otros o con la información que han hallado, pueden sentirse seguros y, por ende, optar por remedios que han funcionado para otras personas o por tratamientos inadecuados. Esto no solo puede representar un riesgo para su salud, sino también provocar un retraso en la atención médica que realmente necesitan.
La ansiedad puede intensificarse por la búsqueda desmedida de información, especialmente en el ámbito médico. Esta necesidad de informarse a menudo lleva a la creencia de estar sufriendo alguna enfermedad, lo que provoca que las personas realicen acciones para verificar sus sospechas. Como resultado, se incrementa la autoobservación y el nivel de estrés, afectando de manera negativa la vida cotidiana y llevando a dejar de lado actividades que anteriormente se llevaban a cabo.
Hipocondría: de acuerdo con la idea mencionada anteriormente, el acceso inmediato y la constante recepción de información relacionada con síntomas y problemas médicos pueden llevar a interpretaciones erróneas o a una búsqueda excesiva. Como resultado, una simple consulta puede derivar en muchas más. Esto podría provocar un incremento continuo en la percepción de enfermedades y crear inquietudes sobre condiciones que quizás no existen.
Según Gloria R. Ben, psicóloga experta de Qustodio, “la cibercondría también produce un cambio en la manera de comportarse. Se pueden encerrar más, estar más tiempo realizando búsquedas en internet, dejar de realizar rutinas que antes tenían, cambios en el comportamiento e incluso, reacciones emocionales más intensas… Una buena observación y comunicación siempre nos va a ayudar a la hora de poder entender y ayudar a nuestros hijos. Y, si pensamos que no podemos ayudarles, tenemos que ser los primeros que pidamos ayuda externa. Un buen modelo siempre va a ayudar a nuestros hijos a aprender buenos hábitos “.