Margarida Romero, profesora en la Facultad de Ciencias de la Educación de UIC Barcelona, se ha consolidado como una experta en Ciencias Sociales, Inteligencia Artificial y Educación. En mayo de 2024, junto al investigador Alex Urmeneta, lanzó la guía titulada Usos Creativos de la Inteligencia Artificial a la Educación, un recurso que ya ha acumulado más de 70.000 descargas, evidenciando el creciente interés por este tipo de análisis en la sociedad.
Este libro se presenta como una herramienta accesible para docentes, estudiantes y cualquier interesado en las principales conclusiones de diversas investigaciones realizadas en Europa sobre el uso ético de herramientas de inteligencia artificial en las aulas. Romero señala: “Los maestros queremos que los alumnos sean ciudadanos críticos; no deben ser meros consumidores de tecnología, sino individuos con capacidad crítica y creativa”.
Desinformación y Censura en la IA
Uno de los capítulos del libro aborda el tema de la desinformación relacionada con la inteligencia artificial. La publicación destaca un artículo de Mathew Gault para Vice, que alerta sobre cómo Adobe comercializa imágenes falsas generadas por IA sobre conflictos actuales, como la guerra en Gaza. Según Romero, el impacto positivo o negativo de la IA en educación dependerá del uso y regulación que los ciudadanos y gobiernos decidan implementar. “El ciudadano debe desarrollar una perspectiva crítica y abandonar el rol de mero consumidor”, enfatiza.
Otro aspecto relevante tratado es la censura. Se observa que algunas herramientas eliminan contenido incómodo que podría influir en la opinión pública. Por ejemplo, se menciona a la red neuronal rusa Kandinsky 2.1, que genera imágenes inocuas cuando se le pregunta sobre términos relacionados con conflictos bélicos. Romero advierte que “la IA generativa puede ofrecer una visión simplificada o suavizada del mundo”, lo cual plantea importantes interrogantes sobre su uso.
La Necesidad de Conocimientos Amplios entre Docentes
Romero sostiene que es crucial que los educadores posean conocimientos amplios para enfrentar contenidos potencialmente sesgados o falsos. “Al enseñar historia, debemos ser los primeros expertos en los hechos, ya que podríamos encontrar textos o imágenes generadas artificialmente que distorsionen la realidad”, explica.
Para clasificar el compromiso en el uso de la IA, los autores proponen una escala del uno al seis, donde el nivel más bajo representa a un usuario pasivo y el más alto describe a un individuo que utiliza la IA como una herramienta transformadora para mejorar procesos educativos mediante colaboración activa.
Papel Crucial de las Familias y Conclusiones Finales
La implementación efectiva de estas tecnologías también requiere el apoyo familiar, dado que existe una polarización significativa respecto al uso de nuevas tecnologías en las aulas. Romero expresa su preocupación: “No deberíamos ser tecnófobos ni tecnófilos; debemos definir usos razonables para el aprendizaje cuando realmente aporten valor”.
La guía Usos Creativos de la Inteligencia Artificial a la Educación busca explorar la cocreatividad entre humanos e inteligencia artificial, basándose en estudios realizados en países como Francia, Alemania, Finlandia y Canadá, con participación de 36 investigadores internacionales. Su objetivo final es potenciar las capacidades creativas de los estudiantes.