Una dieta rica en fibra y proteínas vegetales, similar a la mediterránea, puede tener un impacto positivo en la salud de las mujeres durante el embarazo y la lactancia, así como en sus bebés. Esta conclusión se extrae de dos investigaciones llevadas a cabo por el Instituto de Agroquímica y Tecnología de Alimentos (IATA), perteneciente al Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), junto con el Instituto de Investigación en Nutrición y Seguridad Alimentaria de la Universitat de Barcelona (INSA-UB). Los hallazgos fueron publicados en la revista eBiomedicine.
Los estudios revelan que este tipo de alimentación no solo mejora la salud materna, sino que también influye positivamente en la inmunidad, el metabolismo lipídico y la microbiota intestinal, lo que resulta crucial para proteger al recién nacido contra infecciones.
Beneficios del Patrón Alimentario Mediterráneo
En el primer estudio, los investigadores compararon dos patrones dietéticos: uno basado en la dieta mediterránea, caracterizado por un alto contenido en fibra como la inulina —presente en alimentos como el ajo y la alcachofa— y predominancia de proteínas vegetales, enriquecido además con aceite de pescado. El segundo patrón se asemejaba más a una dieta occidental, con mayor cantidad de proteínas y grasas animales.
Los análisis biológicos realizados mostraron que las madres que siguieron una dieta mediterránea experimentaron mejoras significativas en su metabolismo lipídico y en la composición de su microbiota intestinal. Según Francisco J. Pérez-Cano, director del INSA-UB, “mantener este patrón durante la lactancia parece revertir eficazmente los cambios fisiológicos asociados al embarazo, favoreciendo tanto la respuesta inmunitaria como previniendo la acumulación de grasa”.
Efectos sobre el Sistema Inmunitario del Bebé
El segundo estudio se centró en cómo esta dieta impacta el sistema inmunitario del bebé. Se observó que una alimentación adecuada por parte de las madres puede reducir tanto la incidencia como la gravedad de infecciones en los primeros meses de vida. Esto se debe, entre otros factores, a su influencia positiva sobre la microbiota intestinal del infante.
M. Carmen Collado, investigadora del IATA-CSIC y coautora de ambos estudios, subraya que “la dieta condiciona la calidad inmunológica de la leche materna y modifica su microbioma, desempeñando un papel clave en la protección frente a patógenos”. La profesora María José Rodríguez Lagunas, también autora del trabajo e investigadora del Departamento de Bioquímica y Fisiología de la Universidad de Barcelona, añade que entender cómo afecta la dieta materna es crucial para mejorar tanto la salud inmediata como futura tanto de madres como hijos.
Nutrición: Clave Durante el Embarazo
Una nutrición equilibrada es fundamental para mantener un buen estado físico durante el embarazo. Por ello, establecer pautas alimenticias adecuadas es esencial no solo durante esta etapa, sino también durante la lactancia y las primeras semanas tras el nacimiento.
A pesar del avance en estos estudios, aún persisten interrogantes sobre los mecanismos específicos mediante los cuales una buena alimentación materna influye en su salud y en la del bebé. Comprender estos aspectos permitirá desarrollar guías nutricionales más precisas basadas en evidencia científica.
Estos trabajos han sido posibles gracias a la colaboración entre centros destacados reconocidos con los sellos Severo Ochoa (IATA-CSIC) y María de Maeztu (INSA-UB), reforzando así el concepto de que una adecuada nutrición materna es esencial para mejorar tanto el bienestar presente como futuro tanto para madres como para sus hijos.