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Investigador de la ULL lidera estudio sobre detección temprana de demencia
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Investigador de la ULL lidera estudio sobre detección temprana de demencia

martes 07 de octubre de 2025, 09:25h

Un investigador de la Universidad de La Laguna lidera un estudio internacional que revela cómo los cambios en la forma del cerebro pueden indicar el riesgo de demencia y deterioro cognitivo.

Un equipo de investigadores del Centro de Neurobiología del Aprendizaje y la Memoria de la Universidad de California en Irvine (CNLM), con la participación destacada de Niels Janssen, profesor del Departamento de Psicología Cognitiva, Social y Organizacional de la Universidad de La Laguna, ha llevado a cabo un estudio innovador que revela cómo el envejecimiento altera la forma del cerebro. Este análisis, que se aleja del enfoque tradicional centrado en el tamaño de las regiones cerebrales, utiliza un nuevo método analítico para observar los cambios morfológicos a lo largo del tiempo.

Los hallazgos indican que las modificaciones en la forma cerebral están estrechamente vinculadas al deterioro de funciones cognitivas como la memoria y el razonamiento. Esto sugiere que la forma del cerebro podría ser un indicador fiable de su salud general. El estudio ha sido publicado en la revista Nature Communications.

“La mayoría de los estudios sobre el envejecimiento cerebral se centran en la cantidad de tejido perdido”, explica Niels Janssen. “Lo que descubrimos es que la forma general del cerebro cambia sistemáticamente, y estos cambios están relacionados con la presencia o ausencia de deterioro cognitivo”.

Nuevos enfoques en el análisis cerebral

El equipo examinó más de 2.600 escáneres cerebrales de adultos entre 30 y 97 años, encontrando que las regiones inferior y anterior del cerebro tienden a expandirse, mientras que las regiones superior y posterior se contraen. Esta remodelación desigual resulta especialmente evidente en adultos mayores con deterioro cognitivo. Por ejemplo, aquellos con una compresión posterior más pronunciada mostraron menor capacidad de razonamiento, lo que indica una correlación directa entre estos marcadores geométricos y la función cerebral.

Una revelación importante del estudio es el posible impacto físico que los cambios en la forma cerebral tienen sobre la corteza entorrinal, un área crucial para la memoria situada en el lóbulo temporal medial. Los investigadores sugieren que estas alteraciones podrían ejercer presión sobre esta región vulnerable, donde se acumula tau, una proteína tóxica asociada con la enfermedad de Alzheimer.

Los resultados sugieren que factores mecánicos y gravitacionales podrían explicar por qué esta zona es tan susceptible a perder tejido durante el desarrollo del Alzheimer, un aspecto que no había sido considerado previamente como parte del mecanismo patológico.

Implicaciones para la detección temprana

“Esto podría ayudar a entender por qué la corteza entorrinal es el epicentro de la patología del Alzheimer”, afirma Michael Yassa, coautor del estudio y director del CNLM. “Si un cerebro envejecido se transforma presionando esta frágil región contra un límite rígido, podría crear condiciones propicias para el daño”. Comprender este proceso ofrece una nueva perspectiva sobre los mecanismos subyacentes al Alzheimer y abre posibilidades para una detección temprana.

El equipo sostiene que su enfoque geométrico podría eventualmente proporcionar nuevos marcadores para identificar el riesgo de demencia, potencialmente años antes de que aparezcan los síntomas. Esto es parte de un esfuerzo más amplio para comprender los mecanismos de riesgo en las etapas iniciales de esta enfermedad.

“No solo se trata de medir la contracción cerebral”, añade Niels Janssen. “Es fundamental observar cómo responde la arquitectura cerebral al envejecimiento y cómo esa arquitectura predice quién tiene mayor probabilidad de enfrentar dificultades con la memoria y el pensamiento”.

Colaboración internacional en investigación

Dicha investigación fue posible gracias a una colaboración entre las universidades de Irvine y La Laguna, con las coautoras principales Yuritza Escalante y Jenna Adams, quienes lideraron el análisis. La contribución principal de Janssen consistió en proponer la idea central y supervisar toda la investigación. “Desarrollé todo el código necesario para los análisis estadísticos y ayudé a redactar el artículo junto a las dos primeras autoras”, explicó.

Este estudio resalta la importancia vital de las colaboraciones internacionales para abordar uno de los desafíos más apremiantes en salud pública: comprender cómo influye la geometría cerebral en enfermedades neurodegenerativas. “Apenas estamos comenzando a descifrar cómo afecta esto a las enfermedades”, concluye Yassa. “Pero esta investigación demuestra que las respuestas podrían estar ocultas a simple vista: en la propia forma del cerebro”.

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