Un reciente estudio publicado en la revista REMIE. Multidisciplinary Journal of Educational Research ha explorado cómo factores como el florecimiento personal, la autoeficacia empática y el apoyo social han variado entre los adolescentes durante momentos difíciles, como el confinamiento por la pandemia de COVID-19. Este trabajo fue realizado por un equipo de investigadores liderados por David Pérez Jorge, del Departamento de Didáctica e Investigación Educativa de la Universidad de La Laguna, junto a colegas de la Universidad de Catania en Italia.
El estudio se centró en analizar el impacto del confinamiento en el bienestar emocional de los jóvenes, abordando tres dimensiones fundamentales: el florecimiento personal, la autoeficacia empática y el apoyo social percibido. Se planteó que estas variables podrían mejorar tras el confinamiento, con el apoyo social y la empatía actuando como mediadores del bienestar.
Florecimiento personal y autoeficacia empática
El término “florecimiento personal” se refiere a un estado de bienestar psicológico que va más allá de simplemente no sentir malestar. Implica tener un propósito vital, relaciones positivas, autonomía y una sensación general de crecimiento personal. Por otro lado, la “autoeficacia empática percibida” se define como la creencia en la propia capacidad para comprender y responder adecuadamente a las emociones ajenas, lo que es crucial en las interacciones sociales.
Además, el “apoyo social percibido” se refiere a cómo una persona valora la disponibilidad y calidad del respaldo emocional e instrumental que recibe de su entorno, incluyendo amigos y familiares. Este apoyo es fundamental para enfrentar situaciones estresantes.
Resultados del estudio y conclusiones
Los investigadores evaluaron a 261 adolescentes entre 13 y 19 años en dos momentos: recordando su experiencia durante el confinamiento y comparándola con su situación actual. Aunque se observó una disminución general del bienestar emocional durante el confinamiento, algunos adolescentes lograron mantener altos niveles de florecimiento gracias al apoyo emocional recibido y sus habilidades empáticas.
Las conclusiones indican que durante el confinamiento hubo una notable reducción en los niveles de bienestar, empatía y apoyo social; sin embargo, estos factores mostraron una recuperación significativa posteriormente. Se identificaron diferencias notables por género y edad, destacando que los varones reportaron mayor bienestar durante ese periodo y que los adolescentes más jóvenes demostraron ser más resilientes.
Pérez Jorge señala que aquellos adolescentes que mantuvieron altos niveles de florecimiento también reportaron mayores niveles de empatía y apoyo social tanto entonces como ahora. Esto sugiere que ciertas condiciones del confinamiento permitieron experiencias emocionales más protegidas o introspectivas.
Este estudio resalta que no todos los adolescentes experimentan la adversidad de igual manera; existen factores protectores como redes sólidas de apoyo y habilidades emocionales que pueden facilitar procesos adaptativos e incluso promover un crecimiento personal en contextos difíciles. Los hallazgos subrayan la necesidad urgente de desarrollar programas educativos y de salud mental enfocados en fomentar estas habilidades entre los jóvenes.
A pesar de las limitaciones metodológicas del estudio —como un muestreo no probabilístico— sus responsables consideran que las conclusiones son robustas. Este proyecto es resultado de una colaboración internacional entre universidades, promoviendo acciones formativas para investigadores postdoctorales desde 2020.